Opinión

Ni una falta de respeto

No pasa ni una semana sin una mujer asesinada a manos de su pareja. Muchas no denuncian. ¿Por qué? ¿No son conscientes de que deben hacerlo? O, ¿acaso creen que merecen lo que les pasa? He trabajado –como coach– con mujeres maltratadas psicológicamente. Curiosamente, nadie las maltrata tanto como ellas a sí mismas al haberse convencido de que valen poco o nada. Dicha merma de la valía comienza mucho antes de estar en relación con un hombre. En la destrucción del amor propio intervienen agentes muy sutiles: la disculpa del comportamiento de la pareja y la inferiorización y victimización de la mujer, entre otros. Victimizarse no es la solución.

Mejor indignarse, enfadarse. Ambas actitudes son síntomas de una autoestima sana. Si tenemos claros los contornos de nuestra vida y de nuestra valía, en cuanto se acerca un intruso, las alarmas se disparan. Algo que no sucede cuando el sentido de la valía está depauperado. Por eso, hay mujeres que creen que si permanecen calladas o logran contentar a su pareja, éste dotará de contenido su estima y dará validez a su vida. Nadie nos hace nada que no consintamos, por eso, al primer síntoma hay que ponerse en pie de alarma. Es decisivo enseñarle a distinguir al hombre malo del metroemocional, insistirle que ella es lo mejor que le ha pasado, que sin ella no hay vida que merezca la pena.

Despertar del letargo a la reina que lleva en su interior, aprender a cuidar de sí misma, asumir las riendas emocionales de su vida y valorarse, es un antídoto excelente. Si duele no es amor, es codependencia emocional. Faltas de respeto, no. Indignarse, sí.