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Opinión

Hernán Cortés

Hernán Cortés es, sin duda, un personaje clave en la historia de España en América. Se han celebrado importantes reuniones científicas coincidiendo con las fechas de su nacimiento y muerte, se han actualizado por parte de especialistas americanistas de las universidades Complutense de Madrid y de Sevilla y han aparecido infinidad de obras decisivas e importantísimas de sus profesores, donde Cortés es figura preeminente indiscutible. Disponemos como biografía modelo la decisiva y magnífica de Salvador de Madariaga, que se encuentra en todos los anaqueles de las bibliotecas, a la que siempre hay que recurrir para establecer precisiones comprobatorias de la veracidad y crítica de hechos y factores de la vida, la acción histórica y el pensamiento del genial conquistador del imperio azteca o mexica, regentado en el momento histórico de su entrada como huésped de Moctecuçoma Xocoyotzin en el palacio del padre y antecesor, Ayaxacatl, la fastuosa capital del imperio, Tenochtitlan; el «Uei tlatoani», en lengua española, emperador.

Tuvo la fortuna Cortés de disponer de la institución de la Crónica Mayor de Indias con los cronistas designados para componer el relato puntual «de los hechos memorables que hubiere en las Indias». La fortuna de que le correspondiese Cortés al poeta cortesano don Antonio de Solís y Rivadeneyra, que escribió la mejor «Historia de la conquista de México». Solís tuvo en sus manos la Crónica de la entrada de Cortés en México y la victoria final sobre las huestes del imperio azteca, sobre el ejército azteca: una obra maestra de la historiografía castellana. Esta obra maestra y preclara en los valores científicos y humanos del biografiado, no se publicó hasta finales del siglo XVII, aunque sí, de nuevo, la fortuna de que la estudiase un gran historiador, Luis A. Arocena. Estas circunstancias no han permitido un conocimiento extenso de público de la crónica más importante de la conquista de México. La obra crítica del historiador Luis A. Arocena pone de relieve la importancia como cronista de la etapa de Hernán Cortés como huésped de Moctecuçoma con toda su hueste, y la «cacica» doña Marina como intérprete entre el capitán español y el «tacatecutli» azteca; así como la importancia que tuvo la conquista del imperio azteca; la aproximación de voluntades entre Cortés y Moctecuçoma, el análisis de las importantísimas «Cartas de Relación» de Hernán Cortés al emperador Carlos V, donde hace el relato de la gran empresa de México y, en fin, la Crónica barroca de Solís y Rivadeneyra, convierten el tema de la conquista del imperio azteca por Hernán Cortés en un asunto de Estado de alta importancia histórica y supone la razón más profunda y eficaz para dimensionar de otro modo distinto cómo hasta ese momento se venía haciendo la organización de la conquista y el mundo fascinante de los conquistadores desde una perspectiva distinta del mero «rescate» y «encomienda» para entrar en una dimensión de «política internacional». No se detiene, sin embargo, en este replanteamiento importante que hace pasar de la etapa de las «gobernaciones» a la de los «virreinatos» y un orden más profundo y definitivo centrado también en México, que Cortés quiso que se llamara «Nueva España».

El Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México ha publicado en 1965 un cuaderno de su serie histórica, original de José Valero Silva, que titula lo que Solís y Rivadeneira elevó a título de Crónica, «El legalismo de Hernán Cortés como instrumento de su conquista», en el que siguiendo los escritos cortesianos especialmente lo relativo a la versión que Cortés dio a la conquista, buscando básicamente no una justificación de su pensamiento sobre la acción histórica. Trabaja fundamentalmente en este trabajo el señor Valero Silva, centrado en el sentido jurídico legalista de Hernán Cortés, pues piensa que la Ley fue el instrumento que le dio el triunfo final a la conquista de Tenochtitlán: la Ley fue quien le otorgó el triunfo. Lo cual lo centra en dos documentos esenciales: el Acta fundacional de la Villa Rica de la Veracruz y la tercera Carta de Relación al emperador Carlos V: pensamiento de expansión de la fe católica y la integración, mediante el acuerdo entre Estados soberanos, el imperio mexicano y el imperio europeo de Carlos V. Inserto, además, por el español Francisco de Vitoria, catedrático de Teología Prima de la Universidad de Salamanca en el campo del derecho internacional, la justicia y el derecho de los indígenas: dueños efectivos y primeros de la tierra conquistada.