Opinión

Monseñor Lozano: "El abrazo del Papa al patriarca ortodoxo en Bucarest será un signo de unión"

El Papa viajará este viernes a Rumania. Monseñor Francisco Javier Lozano que ha sido Nuncio Apostólico en ese país, ha recibido a La Razón en su casa de Roma.

No será un viaje fácil. Entre la Iglesia ortodoxa y la greco católica siempre han existido tensiones. En 1950 los soviéticos suprimieron la religión católica. Actualmente sólo un poco mas del 4% de los rumanos son fieles al catolicismo mientras el 82% de la población es ortodoxa.

Monseñor Lozano, que ha sido Nuncio Apostólico en Rumania y Moldavia (2008 – 2016), no tiene pelos en la lengua y habla abiertamente de su experiencia como representante de la Santa Sede en el país. 

El 1 de diciembre de 1948, el Gobierno de Rumania, entonces comunista, decretó la supresión de la Iglesia Greco-católica de rito bizantino. Centenares de sacerdotes fueron encarcelados y millones de fieles se convirtieron a la Iglesia Ortodoxa, y todos los bienes de la Iglesia Greco-católica fueron entregados por las autoridades comunistas a la Iglesia Ortodoxa.

En diciembre de 1989, con la caída del régimen comunista, la Iglesia Greco-católica fue de nuevo legalizada. En la actualidad cuenta con seis diócesis y más de 500.000 fieles. Sólo una pequeña parte de los bienes confiscados han sido devueltos hasta día de hoy.

"El despotismo de la Iglesia Ortodoxa Rumana, es algo con lo que tuve que enfrentarme cada día y sufrí lo indecible", comenta Lozano a La Razón. "El problema principal estriba que el clero y la jerarquía rumana están concentrados en defender sus propiedades", añade.

Monseñor Francisco Javier Lozano nació en Villaverde de Íscar, en la provincia de Segovia, y cuenta con una larga trayectoria. Realizó el Seminario Mayor en Sevilla, es licenciado en Teología, Filosofía y doctor en Derecho Canónico. Fue nombrado Arzobispo de Peñafiel el 25 de Julio de 1994 y ha sido Nuncio Apostólico en Dar-es-Salaam, en la República Democrática del Congo (Kinshasa), en Croacia y en Rumania y Modavia. Su larga experiencia le dice que Rumania ha sido uno de los destinos más complicados.

Monseñor comenta que son muchas las razones por las que los Ortodoxos no devuelven los templos greco-católicos y diversas las fórmulas para mantener el poder. Una de ellas es el censo. Por ejemplo, que el 87% de la población sea ortodoxa se traduce en un gran beneficio económico que proviene de las arcas del estado. Por otra parte, Monseñor Lozano destaca

Según Monseñor Lozano, la admisión de este país en la Unión Europea ha sido el acontecimiento mas importante en toda la historia de Rumania: "Recibir miles de millones de fondos estructurales, abrir las puertas de la Europa rica a más de dos millones de trabajadores, aplacar las tensiones internas nacionalistas y con los países vecinos, son cosas que los rumanos, ellos solos, no hubieran conseguido en la vida", destaca.

¿Por qué viaja el Papa a Rumania?

"Por un motivo ecuménico principalmente", explica Lozano. Y continúa: "El abrazo al patriarca ortodoxo en Bucarest será un signo de unión. Es una llamada al ecumenismo que ellos no respetan".

Una visita que ocurre cuando se cumplen 20 años del viaje de Juan Pablo II al país. Fue su primer aterrizaje en un país ortodoxo y al final de la misa, se lanzaron gritos a favor de la unidad entre católicos y ortodoxos.

Desde el punto de vista ecuménico, la opinión común entre los católicos de Rumania es que la jerarquía (y parte del clero) ortodoxa no cree en el ecumenismo. A los católicos de rito latino se les soporta; a los greco-católicos se les odia.

El Sínodo de la Iglesia Ortodoxa del 8 de julio de 2008, que tuvo lugar en el Patriarcado Ortodoxo de Bucarest, decretó que estaba terminantemente prohibido a clero y fieles participar en ningún acto religioso con los católicos, incluida la oración. Hay un poderoso grupo de monjes ortodoxos que insulta y ataca sistemáticamente todo lo que suene a católico. No son pocos los obispos ortodoxos que continúan refiriéndose a los católicos como "los herejes".

Una visita que no será fácil para el Papa Francisco, que tiene la difícil misión de continuar con la evolución ecuménica comenzada por Juan Pablo II.