Opinión
«Hispanismo» y «Anglosajonismo»
Eduardo J. Tejera, que fue embajador de la República Dominicana en Canadá, tuvo la amabilidad enviarme un excelente libro de su autoría titulado «Causas de dos Américas», donde realiza con precisión y mucha inteligencia dos modelos americanos de conquista y colonización en el Nuevo Mundo: el hispano y el inglés. Plantea un tema de considerable importancia sobre el cual, desde puntos de vista historiológicos diferentes y perfilamientos problemáticos de distinto matiz, tenía yo hecho propósito, que ahora hago necesidad de exponer. El Embajador Tejera analiza las «causas» que en los respectivos ámbitos europeos de España e Inglaterra, desde diferentes tradiciones y planteamientos históricos, siguen naciones europeas sus propias secuencias históricas de la modernidad, dando oportunidad y coherencia estructural de Estado y Cultura para la creación de dos plataformas «continentales» en el doble territorio americano, cada una de los cuales origina un modelo a través de su conjunto espacial y cultural, con diferentes praxis, dando origen a dos importantes modelos occidentales en territorios del Nuevo Mundo. El libro de Don Eduardo Tejera es excelente y un magnífico exponente de una mentalidad americanista que el campo de la política internacional ha tenido la fortuna de vivir el mundo americano en la experiencia internacional.
El libro del Embajador Tejera es un brillante alegato intelectual, conducido con una perspicacia de conocimiento y cargado de enorme sensibilidad en dos modelos de «colonización» de dos inmensos espacios en donde justamente su primera condición es su inmensidad. Dos modelos de civilizaciones, la «hispánica» y la «anglosajona», en el tiempo largo de la modernidad. Dos civilizaciones, la española, perfectamente delineada por el gran historiador Pedro Borges Morán en su libro «Misión y civilización» y por Francisco Tomás y Valiente, en su magnífico libro «A orillas del Estado». Mientras la otra, la británica, por la ruta de libertad, sociología y sistema financiero.
Ese tercer nivel de la historia que ha alcanzado en nuestros días la historia de las mentalidades, precisamente en la atención puesta por catedrático Jaime Vicens Vives, director de la gran «Historia Social y Económica de España y América», donde por primera vez se estudia la historia de las mentalidades históricas de España y lo que para los españoles fue «el nuevo mundo», que llevó a José Antonio Maravall a considerar la «historia de las mentalidades como historia social». No ocurre en el inmenso Océano Atlántico como sucedió en el Mediterráneo, que perdió la unidad con la caída del Imperio Romano, repartiéndose las mentalidades entre Cristianismo, Islam e Imperio bizantino.
«Occidente» es la onomástica que se usa para designar la dualidad de la Cristiandad, a partir de la Reforma Católica y la Revolución protestante, modeladoras de mentalidades propias. La unidad tiene como posibilidad el impresionante estudio del historiador de la Universidad de Viena Eric Voegelin y su gran obra «Orden e Historia», en cinco grandes volúmenes en los que pueden entenderse la inmensidad significativa de Revelación, Redención y Salvación. Donde en cinco tomos se estudia la inmensa realidad de la cultura y civilización cristianas, aun manteniendo límites. El volumen dos, «El mundo de las ciudades», en su primera parte (cretenses, aqueos y helenos) ya envuelve el inmenso fenómeno de la Cristiandad, que la mente humana ha abierto por el conocimiento. Del espectáculo del cultivo primitivo a los espíritus y las especulaciones antiguas y medievales sobre el alma, se ha pasado a una ciencia de la conducta, desatendida de la conciencia y principalmente preocupada por problemas sociales de adaptación de los organismos a su medio. Tras medio siglo de esfuerzos por conseguir construir una psicología sin conciencia, el conductismo basado en la razón, sin moral, abrió una fuerte grieta de separación mientras otro mundo, sin perder la marcha adquirida desde el Estado, anula la conciencia, lo cual augura un futuro de potenciación de la aptitud por vía genética y nuevos métodos de aprendizaje, sin perder los valores de la función inteligente.
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