Opinión

El ego

Pablo Iglesias y Echenique han bromeado sobre la presunta purga en Podemos. Echenique deja la Secretaría de Organización y ocupara la Secretaría de Acción de Gobierno que encabezará la Comisión de Pactos de Gobierno. La gallina. Se han divertido ambos a cuenta de la lectura que se ha hecho de este cambio porque lo que se ha entendido es que era un descabezamiento y ellos lo venden como una permuta de cromos para bien. Yo es que creo que a esta gente la hemos perdido. Entiéndaseme: ya sabíamos que este personal se había cargado todo aquello que surgió gracias a ellos, que daba tanto miedo y tanta esperanza al mismo tiempo. Que dinamitaron las posibilidades que habían creado de agitar la calle y, a la vez, pastorearla para que no se fuera nada de madre. Pero estas guerras púnicas no están siendo bien leías por Pablo Iglesias. Iglesias hace tiempo que no lee correctamente lo que pasa en Podemos. Se le van los mejores, los más votados, los más cabales y él se perpetúa en esa atalaya ridícula de mesías que se va a cargar mucha ilusión y la energía de mucha gente que, sin haberlo previsto ni maquinado, salió a la calle por una idea nueva. Pablo Iglesias es hoy un «iluminati», un vendedor de burras que predica lo que no pone en práctica en su vida. Acusó a la clase política de tener privilegios bancarios; de vivir en lugares a los que los demás no tendrían acceso; de colocar a dedo a los suyos. Todo eso era verdad, pero creíamos que llegaba alguien a resolverlo desde lo necesario. Ni mucho menos. Negando lo que es un clamor, ha hecho campañas bochornosas e incluso un pelín machistas. Ha colocado a los que no le rechistan y se ha pasado por el forro las mínimas normas que nos enseñaron en el colegio: el delegado no se puede votar a sí mismo. Ea, pues nada, que sigue «empalomao». Cuánta gente decepcionada y cuánta frustración por un ego que no se permite perder ni unos gramitos.