Opinión

Frankenstein

Se han constituido los Ayuntamientos españoles, entre ellos el de mi pueblo, que es Albacete. En mi pueblo va a ser Alcalde durante dos años el candidato de Ciudadanos y luego otro par, el socialista. En las elecciones, los del pesoe obtuvieron nueve, otros tantos los peperos, los de naranja cinco, Galapagar 3 y El Valle uno. Vamos a ver. Yo comprendo todos los pactos, comprendo la estrategia de Ciudadanos, comprendo hasta que no se sepa cuál es el cubo de reciclar orgánicos. Pero lo que va a pasar, por ejemplo, en Albacete, no lo comprendo. Porque quizá Ciudadanos no supo medir qué grado de compromiso tenía la lista que hizo con su ideario.

Quizá no testó lo suficiente, quizá esa papeleta no se corresponde totalmente con las líneas rojas que quiere marcar Rivera. No me parece ni mejor ni peor pero, evidentemente, no se corresponde a lo que pregonan. Ese, creo, es el asunto que nos ocupa. Esos son los latigazos que dan en Cs, esos son los graves baches que se producen en un partido que aún está por definir qué modelo de país quiere, qué modelo de región propugna, qué ciudad o pueblo quiere.

En realidad, el mensaje que manda este puzle político de partido (que es un vodevil de biombos y sofás con muertos debajo) es que comparte habitación, si es necesario, con los contrarios durante meses, con aquellos a los que se azotó, con los que te pusieron condiciones que eran insoslayables. Bueno, pues asistamos a esta yincana de perfiles incompatibles, a esta tómbola en la que puede salir perrito piloto o lata de aceitunas rellenas, o te puede tocar un poto. Allá ellos y esta cosa imberbe, mediática, artificial e interesada. Sobre todo, interesada. Esta va a ser la historia de un monstruo que fue bello un instante y que va a morir deforme. Y me quiero equivocar, ojo, por la cuenta que nos trae.