Opinión

Críticos taurinos

Después de 34 festejos en la feria de San Isidro, es justo dedicar unas palabras de homenaje a los críticos taurinos de los periódicos. A nuestra gran Patricia Navarro, y a los no menos grandes Vicente Zabala De la Serna de EL Mundo y Andrés Amorós de ABC. La crítica taurina y el olor a la tinta jamás plantearán su divorcio.

No había cumplido los 20 años cuando mi inolvidado amigo Vicente Zabala Portolés me invitó a cenar, en la Semana Grande de San Sebastián en Derteano, junto al muelle de pescadores y la nave varada de Santa María. Fue después de aquella asombrosa tarde de Antonio Ordóñez en el Chofre, con su vestido naranja y plata. En otra mesa, Domingo Ortega, Sebastián Miranda y Antonio Díaz-Cañabate, «El Caña», fallido crítico teatral y magnífico taurino, titular de ABC. – Mira, ahí tienes a los tres tacaños más ilustres de España. Profesionales de la gorra-. Y entró Carlos Urquijo de Federico, pariente y ganadero de bravo, los «urquijos», que esperaban su destino en la dehesa sevillana del cortijo «Juan López». Se dirigió a la mesa de los del puño cerrado y Vicente se lo adelantó: -Carlos, vas a pagar la cena de los tres-. Al cabo del tiempo, se incorporaron los tres y Carlos Urquijo, éste último con expresión de monumental cabreo. Se sentó a tomar la copa con nosotros. – No lo entiendo, estaba avisado, y cuando me he dado cuenta ya me habían encajado la factura-.

Vicente era bienvenedista y recelaba del ordoñismo, sinceramente, porque en los pliegues de su sabiduría sabía que Ordóñez era el mejor. No de aquella época, sino el mejor torero nacido de madre en la historia de la tauromaquia. Aquella tarde tuvo que reconocer que lo de Ordóñez fue sublime. En Madrid llevaba a los toros a su hijo Vicente, que mamó la Fiesta desde su infancia. Vicente padre era de una honestidad transparente, y uno de los últimos castizos madrileños en los hablares. Vicente hijo es hoy referente de la excelencia crítica por méritos propios. Y un estupendo escritor.

Lo fue Cañabate, al que Foxá no le perdonó una crítica teatral. «A ese escritor botarate/ que en todas partes se mete,/ no decidle Cañabate./ Basta con un ''coño, vete''». Y de aquella época era Alfonso Navalón, buena pluma y más conflictivo. No voy a referirme a los que aceptaban sobres de ganaderos y toreros, conocidos por «sobrecogedores». En las críticas de antaño, incluidas las de arte, se daban excepciones de estrictas honestidades. Eugenio D´Ors le dedicó este malvado epigrama al crítico de arte José Francés: «Por esta vez/ José Francés/ ha sido en los elogios, parco./ Porque el pintor/ tuvo el error/ de regalarle el cuadro sin el marco».

Grande es el cultísimo Andrés Amorós, de hondas sabidurías teatrales, y en lo taurino, de Marcial Lalanda y Luis Miguel Dominguín, hoy titular del tradicional respeto por la Fiesta de ABC. Y grande es nuestra Patricia Navarro, mujer que se ha hecho respetar en un mundo de predominante «hombrismo», que no es igual que «machismo». Para mí – y para casi todos los que siguen la Fiesta en las crónicas impresas-, la primera mujer que alcanza la cima del prestigio profesional. Y encima es tan simpática e inteligente como guapa, para estropear más la cosa.

En estos tres críticos taurinos, Navarro, Zabala De la Serna y Amorós, resumo mi admiración y gratitud por sus luminosos y honestos trabajos impresos. Desde Corrochano a ellos la palabra y el arte en movimiento con la muerte al acecho, han crecido unidos. Veo las corridas y los leo para saber si mis sentimientos coinciden con sus entendimientos. A ver quién es el guapo, que haciendo críticas de Teatro o Cine, se ve obligado a ver y escribir 34 comedias o películas consecutivas y firmar una página cada día. Por otra parte, moviéndose en un ambiente raro, el de la plaza de Madrid, todavía dominado por los envidiosos de verde. Mis respetos y mi gratitud, toreros. Una torera y dos toreros.