Opinión

Objetivo: Ni una más

La emocional es una discapacidad (alcanza a ambos sexos) de la que se habla poco. Se puede ser muy inteligente, académicamente hablando y, sin embargo, carecer de inteligencia emocional. Según mi experiencia profesional, dicha carencia conlleva consecuencias no deseables, entre otras, calificar los resultados no deseados de fracasos, tolerar faltas de respeto, aguantar manipulaciones, relacionarse con personas tóxicas o elegir pareja nada recomendable. Esta última, a las mujeres sobre todo, les complica sobremanera la existencia. Se habla mucho de empoderamiento femenino y de conquistar la igualdad. Sin embargo, hasta que no se aprenden a llevar las riendas emocionales de la vida, no hay igualdad que merezca tal nombre.

Ser discapacitado emocional o no depende de si hemos construido un «yo» (ego) basado en principios y valores propios, o hemos adoptado los del «Club del redil» (sociedad). Mayormente, a las mujeres, se les dan consignas que las des-empoderan y des-capacitan. Se insiste en que sin pareja no está completada o en el concepto del príncipe azul o en el del hombre que dota de sentido la vida de una mujer (muchos libros, de gran éxito, lo promueven). Son mensajes contradictorios.

Deberíamos aprovechar los libros («Enamoradas, si tú me dices ven no pienso dejarlo todo»; «Las reinas son del planeta que les da la gana») para hacer pedagogía emocional: insistir en enseñar, a hombres y a mujeres, a asumir la responsabilidad de sus vidas emocionales. No hay que dar oportunidades a quien no se las merece, ni insistir en que nos ame quien no quiere, ni puede, ni debe hacerlo. Las historias de amor fáciles y exitosas solo se dan en el papel (este lo aguanta todo). En cambio, la vida real está llena de lobos (maltratadores). Lamentablemente, hay otra mujer asesinada a manos de su pareja. «Ni una más», de momento, no ha podido ser.