Opinión

Fracaso

La muerte de Cristian, de tan solo once años, es la historia de un fracaso colectivo y la victoria de una gran mentira. El gran embuste del machismo, tan de moda últimamente y canalizado de manera oficial por Vox y sus portavoces, capaces de mantener una matemática inventada y retorcida. A todos ellos les hago una pregunta que, no les engaño, es retórica. ¿Cuántas mujeres, cuántas madres han asesinado a sus hijos después de haber sido condenadas y con alejamiento en vigor? No les digo que sea o haya sido un caso imposible, pero la realidad es tozuda, la diga Agamenón o su porquero. La muerte de Cristian es la historia, repito, de un fracaso colectivo. De leyes articuladas para sostener que un mal marido puede ser un buen padre. Por mal marido (aquí es donde si yo fuera hombre pondría el grito en el cielo) se entiende desde un señor al que el matrimonio no le salió bien hasta un hijo de puta como el padre de Cristian cuyo único objetivo era hacer daño a su ex mujer. Para la ley son todos iguales, así que la ley permite que un tipo execrable como el padre de Cristian tenga derecho a ver a Cristian. Que tenga derecho incluso a pesar de que la Guardia Civil había alertado de la vulnerabilidad del chiquillo. Que lo tenga aunque el hijo mayor de edad no quisiera ni encontrárselo en el supermercado. Que lo tenga a pesar de haberse saltado las órdenes de alejamiento, de haber sido detenido por quebrantar la última. La pena de cuatro meses quedo suspendida, como pidió su abogado. Ninguna de las acusaciones se opuso. Y es también un fracaso porque Laura, la madre de Cristian, había tenido paciencia. Insana paciencia. Tanta, que hasta le dejo a este hijo de perra su casa familiar, donde perpetro el asesinato de su hijo antes de quitarse la vida. Nadie sabe de esto, nadie se preocupa por saber. Pobre Cristian, pobre Laura. Y pobre la próxima víctima.