Opinión

La culpa no es del chachachá

¿Le han echado la culpa de algo y no tiene nada que ver? El factor «acuseiner» –maniobra de distracción muy usada, pues funciona–, es propio de quien no quiere asumir las consecuencias de sus actos. Lo vemos cada día en el trabajo, en la familia, en la sociedad.

Quienes, usan el «comodín del pío, pío, yo no he sido», de tontos, no tienen un pelo, más bien al contrario. Ellos saben que el complejo de inferioridad campa a sus anchas y que la gente suele tener miedo de llevarle la contraria a quien consideran figura de autoridad y/o al prepotente de turno.

¿Cómo proceder cuando nos hacen aparecer como responsables de algo sin serlo? Lo primordial, es armarse bien emocionalmente hablando– perderle el miedo al otro, reforzar nuestra valía personal, ponerle los límites–, lo cual nos permitirá salir a ganar, o como poco, no nos abocará a salir a perder. Evite morder los anzuelos: no malgaste energías tratando de hacerle ver al otro que algo no es así, puesto que éste ya sabe que no lo es. Los trucos y las personas, tienen un punto débil. Averigüe cuál es, y céntrese en demostrar que todo es una cortina de humo.

La clave está en los dedos: de los cinco, uno apunta al acusado y tres al acusador. Usemos la cabeza para pensar, elaborar preguntas o vías que dejen al descubierto las trampas y las mentiras del que acusa a otro bien para librarse de tener que asumir las consecuencias y/o el coste de sus actos, o bien para obtener un fin que, de otra manera, no lograría. La verdad por sí misma, no triunfa. Échele valor. Lo último que espera un farsante es que le plantemos cara y resistamos. Ya se sabe, la culpa suele ser del chachachá. ¿De quién sino?