Opinión

Problematicidad de lo histórico

Hemos podido apreciar cómo la radicalización del humano, y no del «hombre» como sujeto clasificatorio, condujo a Emil Steiger al planteamiento de una nueva poética y, al tiempo, a una nueva posibilidad de ver y comprender el fenómeno poético en su inmanencia temporal, utilizando el método fenomenológico y tomando como punto de partida la antología existencial heideggeriana, en la cual se reconoce la manifestación más pura e inmediata del ser del hombre que es la temporalidad, desde el tiempo íntimo, en cuanto dimensión esencial del ser del hombre. Emil Steiger en su «Poética», en su búsqueda de lo esencial, trata de alcanzar la visión de la realidad hasta la proyección íntima. Admite la clásica división tripartita: lírica, épica y dramática, pero la rechaza como fundamento de la Poética y, en su lugar, propone los conceptos fundamentales de «lírico», «épico», «dramático», y deriva del «estilo lírico» el recuerdo en cuanto vivencia íntima del pasado; «estilo épico» como representación (el momento, ahora); «estilo dramático», como tensión, proyecto, futuro. Lo conceptual es, pues, lo que conduce a Emil Steiger a permitir la radicalización temporal de lo humano en el tiempo.

Mayor aliento ha tenido la importante obra del profesor Jorge Pérez Ballestar (1955) para la comprensión de la intimidad categorial de la Historia y de la problematicidad de lo histórico que únicamente puede denominarse Historiografía, sobre la que en nuestros días se centra la teoría de la Historia. Es decir, para adquirir la realidad de lo histórico una primera actitud consiste en investigar los «mundos» históricos, nos señala la investigación historiográfica, que proporciona un enriquecimiento cuantitativo de la realidad, y en el saber de los «mundos» históricos, que es cuantitativo en el saber, al ser su valoración heterogénea en la problematicidad, su eficacia es descriptiva, pero no fundamentadora.

Por otra parte, la historicidad de lo real tiene dos vertientes: por un lado, cada realidad histórica está dotada de identidad, es decir, individualidad intransferible; por otro, tiene en común con otras el carácter de historicidad, es decir, está formalizada. El primer instante –historicidad individual– establece la complejidad histórica en el seno del «mundo histórico» y su heterogeneidad respecto a nosotros; el segundo –historicidad trascendental– constituye la esencia de todos los mundos, en tanto que históricos. Para el primero de estos momentos, el conocimiento del sentido da lugar a la experiencia histórica. Pérez Ballestar propone la denominación de «historicidad empírica», cuyo objeto formal de la «investigación empírica» es la investigación histórica o Historiografía, y el saber de la «historicidad transempírica» corresponde a la Metafísica. Ahora bien, lo histórico como campo de investigación metafísico, no como serie de realidades en cuanto base para el hallazgo de una superestructura esencial.

Lo histórico como campo de investigación metafísico, no en cuanto serie de realidades individualizadas que conducen de una superestructura esencial caracterizable de su sentido histórico y que constituye una ontología del ser histórico o de la historicidad del ente, tiene al esclarecimiento de la siguiente problemática:

1. Si la estructura de la realidad hace posible, en su seno, entes históricos.

2. Establecer la región de la realidad en que se encuentran situados.

3. Estudiar cómo se hace posible su historicidad.

4. Configurar los caracteres de su serie histórico.

5. Relaciones analógicas que puedan existir entre los diferentes entes históricos.

Es decir, la ontología del histórico, al asentarse en una reflexión distintiva entre la historicidad empírica y la transempírica hace posible el descubrimiento de relaciones explicativas de lo histórico con otros aspectos de la realidad entre distintas vertientes de la historicidad y diversas realidades históricas. La funcionalidad de la historicidad y la estructura de la expresión son los índices «estático» y «dinámico» de un «momento único común» de lo histórico, de modo que en lo histórico en cuanto tal, existen tres estratos: el de la historicidad material; el de la historicidad categorial; el de la historicidad pura. El «momento» del primero constituye el saber historiográfico; el del segundo está resuelto por el pensamiento de N. Hartmann; el tercer estrato marca los esquemas de su articulación.