Opinión

El reto demagógico

Con permiso del asunto catalán, quiste tóxico que ha destrozado el tejido administrativo y herido al institucional, el Gobierno que venga, que llegará, puede demostrar que ese «tacticismo» cortoplacista en boga toca a su fin. Puede comprometerse a gestionar más allá del horizonte de una legislatura.

Hay dos cuestiones que pueden servir como prueba. La primera es el cambio climático con todos sus accesorios. Desde la energía a la movilidad pasando por la sostenibilidad o la responsabilidad en el mantenimiento y mejora de ecosistemas sociales y naturales para dejar en herencia. Quizá sea este el único horizonte de vanguardia que le queda a Europa, torpe con las libertades y atrapada en esos miedos generadores de odio y populismo.

España puede liderar propuestas globales más allá de los detallitos electoralistas de foto. La otra cuestión es el llamado «reto demográfico». Una buena idea surgida de una de esas conferencias de Presidentes autonómicos a las que no van los nacionalistas por si se les queda algún pelo de la dehesa en el armiño sintético. El arranque del Comisionado sirvió para que la superioridad amarillenta de la prensa anglosajona con sus corresponsales caleidoscópicos calificara a su responsable como «Ministra del sexo» y todos los tontos patrios sonrieron ajenos a su ignorancia.

Tanto la primera Comisionada, Edelmira Barreira como la actual, Isaura Leal, han tratado de completar una estrategia llamando a las puertas de todos los ministerios que siempre tenían algo más urgente que hacer. Mientras tanto la población envejece, los ancianos mueren añorando los paisajes de su infancia, el desierto demográfico avanza con las administraciones mirando al tendido y las asociaciones, como «Soria ¡ya!» o la Plataforma de «Aranda de Duero por las infraestructuras» que han convocado el domingo 25 una marcha lenta por la N122, se empeñan en defender el paisaje y el paisanaje de la muerte civil o directamente real. Así que si el Gobierno próximo quiere dar a cada problema la respuesta que merece esto necesita un Ministerio o quedará en mero «reto demagógico», otro más.