Opinión

Fragilidad institucional

Este estado electoral permanente adobado con la sucesión de broncas a través de las redes sociales ha degenerado en una polarización tan violenta como estéril. Esta realidad de continuo desahogo y aquelarre deriva diariamente en un maniqueísmo empobrecedor de buenos y malos. Las estrategias políticas se diseñan según estas coordenadas básicas, los discursos, las acciones, las inacciones.

Esta dinámica ha conseguido empobrecer nuestro sistema institucional y hacerlo quebradizo. Es como esos vasos de «Duralex» que al caer se quedaban hechos añicos y sus restos se escondían bajo los muebles de la cocina durante meses. Lejos de reforzar las instituciones estos usos lo han debilitado. Valga como ejemplo lo sucedido con el «Open Arms». Este episodio afecta a todas las administraciones y todas han dado muestras de quiebra. Insistir en la inutilidad de la Unión Europea en la política migratoria es caer en la pesadez. Hay una Europa que no quiere ni está interesada en ayudar a los vecinos del sur.

Al bueno de Borrell le va a tocar en su nuevo puesto negociar con Gobiernos y «casi gobiernos» llevar de facto las fronteras de control a países donde los Derechos Humanos ni están ni se esperan. Alejar el problema a base de dinero comunitario. En Italia este episodio ha servido para liquidar ese matrimonio imposible y que Salvini inicie su campaña pensando en el triunfo. El Gobierno español tampoco puede estar demasiado contento.

Ha dado opciones mutantes con el único interés aparente de ganar tiempo y coronarlo todo con un buque de la Armada. No dudo del interés del Ejecutivo español en buscar lo mejor para ese casi centenar de inmigrantes, pero ha quedado claro que no estaban para ir a recibir al «Open Arms», de ahí la opción del buque de la Armada, estamos en esos tiempos electorales en los que las fotos tienen más de una lectura y para consolidar mayorías hay algunas muy incómodas. Y luego está Marcos de Quinto, que amerita una columna propia si no fuera porque su aportación al debate público carece de interés.