Opinión

Voluntad

El Ministerio de Sanidad va a financiar a partir de Enero y, por primera vez, la Varecilina, un medicamento para dejar de fumar. Dicen que el fármaco tiene una tasa de éxito del 40% y que servirá para disminuir el tabaquismo. Se trata de unas pastillas que alivian los síntomas de la abstinencia. En su prescripción, los médicos tendrán que facilitar, además, su poquito de terapia. Que España es uno de los países en los que más se fuma es obvio y también es cierto que el tabaquismo nos cuesta sesenta mil muertes al año por cáncer de pulmón y un gasto sanitario con un montón de ceros. Miren, yo empecé a fumar a los catorce años y lo dejé cuando tenía treinta y tres después de tres intentos y de encalomarme ocho kilos. Lo dejé por branquias: un día de San Juan salí de cena, la cosa se alargó y al día siguiente la resaca del tabaco me duró hasta las ocho de la tarde. Y en ese momento, se me encendió la luz. Si aguanté todas esas horas, ¿por qué no puedo aguantar unas cuántas más? Y hasta hoy. Esta sería una historia de tantas, excepto por un pequeño detalle. Mi padre murió de cáncer de pulmón y no fue eso lo que me empujó a dejar de fumar, ni siquiera ver cómo se consumía. Fue mi voluntad, no el miedo. Entiendo que haya mucha gente que se felicite por esta decisión del gobierno, pero a mí me parece injusto que no se financien mucho antes algunas patologías que no tienen que ver con las decisiones personales. Lo saben los enfermos de ELA a los que se han ido recortando fondos para sus tratamientos, por ejemplo, o, sin irnos tan lejos, lo sabemos las menopáusicas con la salud buco dental. Dejar de fumar no es difícil. En muchos casos, muchísimos, se trata solo, únicamente, de tomarse un poquito la molestia de aguantar.