Opinión
Tirso de Molina
Fray Gabriel Téllez (1584- 1648) ingresó en la Venerable Orden de La Merced en el año 1600. Dieciséis años después viaja a Santo Domingo, primera ciudad de La Española, con siete mercenarios bajo la ordenanza del Superior Juan Gómez, Lector de Artes y Teología de la Universidad de Alcalá de Henares. Tirso de Molina es el «predicador» del grupo. El Rey decretó cuatrocientos ducados para gastos de viaje y dos criados de servicio para servir en el viaje. Los oficiales de la Casa de Contratación expiden la Real Licencia para partir en la fragata «Nuestra Señora del Rosario». Fray Gabriel Téllez tiene 33 años de edad, aunque Emilio Rodríguez Demorizi encontró, siguiendo el rastro de esta figura literaria, que el propio Tirso, con fecha 25 de enero de enero de 1581, afirma contar 57 años de edad.
Fray Gabriel Téllez recibió del Papa Urbano VIII el grado de Maestro Teólogo en 1637 y en Santo Domingo leyó tres cursos de Teología, alcanzando la «Presentatura», que era un grado teológico equivalente al bachillerato, según Blanca de los Ríos. Era, realmente, un título que se concedía a quienes estaban esperando el grado de Maestro.
Tirso de Molina fue un escritor atrevido en el desarrollo de sus figuras literarias. Lanzaba frecuentes ataques contra figuras poderosas y fue desterrado de Madrid. Desde 1605 hasta 1625 vivió en Santo Domingo, escribiendo con admirable sentido para la literatura social y costumbrista, de clara tendencia hacia lo cómico: describía en los corazones femeninos enigmas mayores que los hombres; su literatura se caracteriza por los descubrimientos de los caracteres de las mujeres, sosteniendo la tesis de que el hombre era un mero juguete en manos de ciertas clases de mujeres. Puede verse el desarrollo de esta teoría, por ejemplo, en obras como «Don Gil de las calzas verdes», «La villana de Vallecas» o «La celosa de sí misma». Hasta que escribió «La mujer que manda en casa», cuya protagonista era doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III. Por primera vez apareció en 1630 el tema de «Don Juan» en una colección de comedias de Lope de Vega y ese mismo año apareció la comedia de fray Gabriel Téllez de más fama: «El burlador de Sevilla y convidado de piedra». «Don Juan» era un tema vivo en la sociedad, al que Tirso de Molina le otorga calidad literaria, vertebrando un mito que llega hasta el signo XVIII. El Don Juan del siglo XVII lo encuadra el Barroco, donde el vértigo de la acción purifica los hechos, además del contraste entre el libertinaje de los hechos y la teología de fray Gabriel Téllez; además del contraste entre libertinaje e ideología, Tirso adivinó otro entre el placer y el dolor. Américo Castro, en su preciosa edición, lo ha llamado «vendaval erótico».
En el año 1606 fray Gabriel Téllez inicia la creación teatral radicándose en Toledo, que convirtió en su segunda patria espiritual. Allí conoció y admiró a Lope de Vega, con quien desde 1604 mantiene una proximidad de fascinación. En Sevilla, de paso para Santo Domingo, transcurre una estancia no larga que le origina una profunda emoción estética, envuelta en el goce de los sentidos y próximo a los pícaros de Mateo Alemán y de Cervantes, pues advirtió Santa Teresa de Jesús que «los demonios tienen allí más malo para atentar». De ella dijo el historiador Fernández de Oviedo que en 1525 cuenta con tres monasterios: de los dominicos, franciscanos y mercedarios, este último concluido en 1549, donde habitó Tirso dos años escasos.
Juan López de Velasco, en «Geografía y Descripción de las Indias» (1571-1574) dice: «De Santo Domingo y Cuba salía toda la sustancia para las nuevas tierras que se iban hallando». Dato significativo: en 1556 todos los conventos creados por las Órdenes religiosas en el continente americano se constituyeron en provincias. Todo este mundo lo absorbió Tirso de Molina en las ciudades, adquiriendo grandes dotes psicológicas de sus ciudades. Su espíritu observador le convirtió en un virtuoso de la literatura a través de una visión aguda y cortante.
✕
Accede a tu cuenta para comentar