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Opinión

El ladrido

El pasado lunes volvió a pasar. Y van tantas de estas que vamos a perder la cuenta. Vox regresó a su numerito circense de siempre y se cargó una declaración institucional contra la Violencia de Género, en el día oficial en el que se conmemoraba una fecha que recuerda a todas las víctimas, algunas de ellas, en ese instante, con sus cuerpos aún calientes. Yo sé, y me consta, que hay esfuerzo, un ejercicio de contención entre algunos portavoces de Vox. Sé que intentan pasar por gente sin inquina, sin fijaciones, sin algunas obsesiones que, vistas por un microscopio, no pasarían ni la más mínima prueba del algodón. No sé si les va a durar la pantomima, pero lo intentan. Excepto Javier Ortega-Smith, portavoz de Abascal en el Ayuntamiento de Madrid, al que siempre se le pone la vena gorda cuando habla de violencia machista. Ortega-Smith se enganchó el otro día con una señora en silla de ruedas que asistía a ese acto. De la señora, algunos pseudo medios, están tratando de sacar toda la mierda que se pueda para salvarle la carita a Ortega-Smith, que ignoró de la manera más maleducada a esta mujer. Se sacan fotogramas del segundo que rozó con la vista a su interpelante; se dice que ella tuvo asuntos pendientes con la justicia; se asegura que todas las tardes la señora se merienda dos gatitos. Lo único cierto es que Ortega-Smith lo ha vuelto a hacer: se cargó un acto institucional y no tuvo ni la más mínima empatía ni la más básica de las educaciones. Rechazar una ley contra la violencia de género porque hay otras víctimas es ridículo pero, sobre todo, es miserable y grotesco. El Alcalde Almeida se lo dijo el lunes y Begoña Villacís, la Vicealcaldesa, votó ayer la reprobación de Ortega-Smith. Y se lo quiero agradecer especialmente a Villacís por demostrar que, por encima de un pacto de gobierno, aún queda la dignidad, las cifras y, sobre todo, la realidad. Y la necesidad. Y ahora, a apretar y a seguir oyendo ladridos.