Opinión
Co-presidentes
En España, sufrimos y tenemos dos presidentes ejecutivos del Gobierno. Maduro y Soros. El primero es un criminal venezolano y el segundo un multimillonario húngaro que desea descuartizar Europa, con España como experimento inicial. El húngaro, con pasaporte de los Estados Unidos, fue el primer visitante que accedió al palacio de La Moncloa cuando Sánchez ganó a Rajoy en aquella cobarde y entregada moción de censura. Pero maniobra en silencio, y apenas hace declaraciones. El venezolano es más indiscreto, más hablador, y menos respetuoso con las normas de la prudencia. Prueba de ello es la cantidad de ciudadanos pacíficos de Venezuela que ha ordenado torturar y asesinar a tumba abierta. Tiene la amnistía de las izquierdas de todo el mundo. Un tirano de derechas es un tirano, y un tirano de izquierdas es un revolucionario. Para colmo, los miles de millones de dólares que ha robado al hambriento pueblo de Venezuela, descansan en los paraísos fiscales del Caribe, y en cuentas corrientes de Suiza, Liechtenstein, Mónaco, Andorra –presumiblemente Gibraltar–, y… los Estados Unidos. Pero sigue y seguirá siendo un revolucionario, y jamás un tirano.
Los que creen que Sánchez e Iglesias gobiernan en España, son unos ilusos. Gobiernan en los asuntos menores, pero no en los fundamentales. Uno y otro son sicarios de Soros y Maduro, como el comisario Zapatero, y se sienten muy cómodos en sus respectivos papeles. La ventaja que tiene el húngaro sobre el venezolano es que el primero ha cumplido 89 años y le gustan los jovencitos de ambos sexos, lo que podría desembocar en un pipirlete vascular que se lo llevaría a ocupar un puesto en el consejo de administración del Infierno. Maduro es joven, y llegó al poder por el dedo de Chávez, que siempre admiró en Nicolás su preparación política, económica y didáctica surgida de sus estudios y prácticas de su profesión de camionero. Siento por los camioneros españoles un enorme respeto, pero no creo que el buen manejo del volante les abra en el futuro las puertas del poder político.
El asesino ha dado la décima y última versión del encuentro en Barajas de su vicepresidente Delcy y el ministro Ábalos, con cuarenta maletas desembarcadas que partieron en una camioneta rumbo a la embajada usurpadora de Venezuela en España. Ha dicho el co-presidente ejecutivo del Gobierno de España, que la larga entrevista y prolongado encuentro de Delcy y Ábalos, es un secreto. Un secreto lo que en la entrevista se trató y un secreto el contenido de las cuarenta maletas, algunas de ellas de considerable peso, que llegaron a España en el mismo avión que la torturadora adjunta al torturador. Esas maletas, rebosadas de documentos y de lingotes de oro, ya habrán sido enviadas a otro lugar, aunque algunas de ellas, las más costosas de elevar por el asa, podrían estar vacías después de repatir entre sus subalternos del PSOE y Podemos su preciado contenido. A Maduro sólo le queda el oro, porque su protector Putin, su principal acreedor, se ha hecho cargo de la explotación petrolífera para equilibrar de algún modo la deuda existente.
Me temo, que una vez más, como en el escandaloso asunto de los ERE en Andalucía, el Partido Popular va a dejar pasar la ocasión de acribillar al sub-Gobierno de España con preguntas, comparecencias en el Congreso y Senado, y demás armas legales que ayuden a esclarecer el barullo. El PP está en si acepta o no lo de España Suma, y algunos de sus petimetres secundarios, ya han iniciado su movimiento hacia la respuesta negativa. Lo de los ERE, el mayor robo de la democracia con los trabajadores andaluces como víctimas, no parece interesar en demasía a los gurús de Casado, que cada día que pasa se parece más a Soraya Saénz de Santamaría. Y sospecho que las actividades delictivas y sangrientas de los dos co-presidentes de verdad del Gobierno de España, y el lío de las maletas y la estancia ilegal de la Delcy en Barajas, en pocas semanas se extinguirán en el olvido.
Ni Sánchez, ni Iglesias mandan y gobiernan en lo fundamental. Son los obedientes empleados de nuestros co-presidentes ejecutivos. Maduro y Soros. Y no hay tu tía.