Opinión
Elecciones
No sé qué ocurrirá hoy en la votación de la prórroga de la Alarma pero todas sus vísperas no se pueden entender sin la pulsión electoral. Urkullu y Feijóo necesitan comicios cuanto antes. El aplazamiento, lógico, de la cita electoral no puede quedar sin horizonte de celebración. Ahora recién salidos del shock y antes de que el tsunami económico se lleve a todos los que están quieren ir a las urnas. Es la última llamada y la posibilidad de rentabilizar una gestión que ha sido la adecuada. Si unimos esta prisa con el efecto «recentralizador» de las políticas del Gobierno ¡Bingo! Se han hartado. En el caso de Feijóo se suma su condición de barón y su peso político… su influencia en el voto del PP. El domingo dijo que la alarma no podía continuar y se sumó la presidenta de Madrid. Desconozco si ese plante estaba pactado con Pablo Casado y con el resto de presidentes populares, pero o disimularon mucho o la jugada salió sobre la marcha. El diálogo. Con ese impulso dominical apareció Pablo Casado con Alsina la mañana del lunes. El líder del PP estaba ante el primer momento desde su nombramiento en el que podía doblar el relato político y anduvo dando vueltas a la hormigonera sin aclarar el sentido de ese voto. En política «las hostias como panes y los navajazos limpios y profundos». Esa memez de los «zascas» está matando las formas de la democracia cristiana que es como la derecha suele llegar al poder y quedarse una temporada. En esa entrevista Pablo Casado podía haber ejercido de líder con todos sus avíos y poner sobre la mesa de la negociación con Sánchez lo que hubiera querido en materia económica y social. Una negociación discreta siempre permite un reparto de triunfos, podemos mirar una vez más al PNV. Hablar, escuchar, negociar y contar tus planes a determinados voceros para generar estados de opinión son la mejor manera de dejar de mirar de reojo a tu derecha y con preocupación al noroeste. Si vienen por León igual antes de dar el «queo» se suman a la conga. Así hemos llegado a una situación extraña en la que el principal partido de la oposición renuncia a tomar el volante con una carga de compromisos arrancados al Ejecutivo y el Gobierno, que aspiraba a mutualizar la responsabilidad, va a encajar la culpa entera a los populares… porque a los socios se les respeta. Desde el difunto Alfredo los muertos siempre son de los mismos… aunque sean de todos.
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