Televisión
Master Chef y la perdiz de Saray
“Saray, gitana y transexual, presentó ante el jurado un plato con una perdiz cruda y con plumas. Y la expulsaron, claro. Lo que me llamó la atención es que se remarcara tanto que era gitana y transexual"
Dejé de ver Master Chef allá por su tercera edición. Con la primera disfruté muchísimo. Tanto que incluso quedábamos para verlo entre amigos, como si fuera la ceremonia de los Goya o Granjero Busca Esposa (con Confianza Ciega, mi programa favorito de todos los tiempos). Pero en la segunda y la tercera ya pudimos ver que ganaría invariablemente el concursante -con padre o abuela muertos aficionado a la cocina que fue quien le inculcó su amor por los fogones- llorase más cada vez que un guiso, a modo de magdalena de Proust, le retrotrajese a tiempos pretéritos. Entre esa sentimentalización de la cocina -si veo un concurso de cocina quiero ver cocinar y quiero que gane quien mejor cocine, su vida privada no me interesa en absoluto- y la proliferación de sucedáneos -Master Chef VIP, Master Chef Junior, Master Chef Señores de Cuenca, Master Chef Especial Primavera-Verano- se me fueron las ganas de seguir viendo más. Master Chef se acababa de convertir para mí en un Gran Hermano de gente que, a veces, hace cosas.
Pero el otro día leí la polémica sobre la expulsión de una concursante y me picó la curiosidad. Saray, gitana y transexual, presentó ante el jurado un plato con una perdiz cruda y con plumas. Y la expulsaron, claro. Lo que me llamó la atención es que se remarcara tanto que era gitana y transexual. A mí, la verdad, su condición sexual y su etnia me la traen al pairo. ¿No es un concurso de cocina? ¿No presentó una perdiz sin cocinar y sin pelar? Pues oye, fuera. La igualdad era esto: que ante un mismo hecho se trate de idéntica manera a unos y otros, sin consideraciones especiales -ni negativas ni positivas- por cuestión de sexo, raza, condición física o psíquica, ideología o religión. No encuentro, por lo tanto, el problema por ninguna parte,. ¿Acaso no recordamos el caso del “león come gamba” de la tercera temporada? Pues, incluso, Comisiones Obreras envió un comunicado a RTVE exigiendo unas disculpas y defendiendo que debe ser “cuidada y protegida” por sus circunstancias. ¿En serio CCOO no tiene nada más importante que hacer? ¿En estos momentos precisamente?
Como justamente ese día emitían el concurso decidí verlo. A ver si “maltrataban” a más concursantes, lo reconozco. De entrada, me sorprendió muchísimo lo inclusivo del casting: sin contar a la gitana transexual expulsada (me refiero así a ella porque ella misma se presentaba de esa manera, supongo que es importante y por lo tanto yo lo hago, oye), había también una señora mayor, una chica en silla de ruedas y un sudamericano gay. El talent show parece que se ha esforzado en mostrar la diversidad de la vida y que nadie pueda poner ni un pero a la selección de concursantes. Echaría de menos, en todo caso, a un pelirrojo, un acondroplásico, un señor de Murcia y un diseñador gráfico.
Por lo demás, me gusta esta edición. Me da la sensación de que se ha alejado de esa emocionalidad excesiva que me hizo abandonarlo hace ya varias ediciones. Han enfocado el programa hacia el talento y la habilidad. Otra vez lo importante es cocinar bien y no los conflictos. Aún así, algunas de las pruebas parecen pensadas exclusivamente para provocar ciertos roces o enfrentamientos entre concursantes rivales, como la prueba de la semana pasada en la que el concursante con la inmunidad elegía el ingrediente que tenían que utilizar sus compañeros para cocinar entre el favorito y el más detestado de los de cada uno. No me parece mal, porque incluso, o especialmente, los talent shows necesitan un poquito de rivalidad para darle emoción. Y que nos gusta un buen drama o un buen enfrentamiento. Necesitamos todos identificarnos con un concursante y desear con todas nuestras fuerzas que pierda el antagónico.
Y si de emoción se trata, aquí viene ahora lo bueno.
Atiende. Después de la expulsión de Saray y de que esta haya utilizado sus perfiles en RRSS y toda ocasión que se le ha brindado para desprestigiar al concurso y descalificar a los jueces, llega la tradicional repesca. Y, increíblemente, Saray también estará en ella.
Obviamente, yo lo veré. Porque si Saray se ha quedado a gusto despotricando fuera del concurso, sus compañeros tampoco se han quedado cortos y han reconocido en más de una ocasión la tranquilidad que ha quedado dentro tras su marcha. Quiero ver cómo es recibida por los jueces y cómo lo es por sus compañeros. Y quiero ver, cruzo los dedos, si se gana su vuelta al concurso.
No me digáis que no sería maravilloso.
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