Opinión
El viaje a ninguna parte
Hace 98 años cuando el Rey Alfonso XIII visitó las Hurdes, con amplio testimonio gráfico incluido el baño en «porreta» en el río, fue una buena idea. Años después «las Hurdes tierra sin pan» de Buñuel demostró que poco había cambiado en 10 años. Hoy, los Reyes de España están de periplo autonómico casi un siglo después y con escaso fervor institucional. Las ministras de jornada, solo ministras, no salen en la foto. Las medidas de distanciamiento social se perciben con nitidez y van más allá de las obligaciones sanitarias. Grupos pequeños, alguna bandera, ningún abrazo ni intento, vallas de obra para separar a los paisanos y una iconografía chusca de encuadres extraños y posados desapasionados. Volver a la calle después de un confinamiento en el que la Casa hizo público el 15 de marzo que el Rey no quería saber nada de su padre y de un mensaje a la nación perfectamente prescindible en fondo y forma, supongo ,es lo único que se les ha ocurrido a los que tienen la obligación de fortalecer la institución y sobre todo la figura de Felipe VI. En el Gobierno observan este recorrido por los pueblos de España como un test. Todavía no se atreven a que el CIS pregunte por la corona y su titular. Los hay que siguen creyendo que cambiar el armiño por la guayabera es todo lo que puede hacer la jefatura del Estado para encarar esta nueva etapa que tiene que marcar una diferencia con la anterior. Habrá que alicatar la Transición sin acuchillar viejos personajes por las esquinas de los edificios nobles y pensar en cómo reconstruir el relato de la monarquía con nuevos avíos. En el «viaje a ninguna parte» de Fernando Fernán Gómez decía Galván que cuando los actores no saben qué decir, carraspean. El Rey, al que escuchamos ya muy poco, solo posa…a veces con camisas crecederas. Estamos, efectivamente, inmersos en una crisis constituyente como dijo el Ministro de Justicia. En el seno del Gobierno hay una fuerza que quiere tumbar a la institución y hay otra parte que no ofrece resistencia. Los que defienden activamente, que las hay, son discretas. España no puede permitirse que se hunda el tejado por falta de asistencia a la piedra de bóveda, entre otras cosas porque el invierno viene gélido y barrunta cadáveres. Quizá tampoco haya mucha prisa…seguimos con los Presupuestos de Montoro, gracias a la reforma laboral de Bañez se ha podido articular los ERTES y con la «ley Mordaza» de Jorge Fernández se ha controlado al personal en la alarma.
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