Opinión

Loyola

Así vistos, los terrenos del Cuartel de Loyola en San Sebastián podrían parecer un espacio más sobre el que expandir una ciudad. Pasa mucho. La urbe crece alrededor de un acuartelamiento, lo encapsula y el ayuntamiento pretende trasladarlo para edificar en ese lugar. La negociación va escalando niveles hasta que el Gobierno cede a cambio del apoyo a los Presupuestos Generales del Estado del partido que gobierna en esa ciudad. Eso sería más o menos lo ocurrido alrededor del cuartel de Loiola, una operación urbanística más si el diez de abril de 1995, un integrante de ETA no hubiera disparado una bala en la nuca de Mariano de Juan Santamaría –brigada de ese cuartel–, mientras volvía a su casa en las inmediaciones del recinto. Si no hubiera tenido mujer y dos hijos. Si el 27 de enero de 2001, Ramón Díaz, cocinero de la Comandancia de Marina (casado, dos hijos), no hubiera girado la llave del contacto de su coche y no hubiera explotado una bomba adosada al vehículo. Si en 1998, ETA no hubiera colocado en un monte cercano lanzagranadas con los que atacar las viviendas de militares. Si en 2015 no hubieran condenado a otro terrorista por ametrallar las casas de los acuartelados con un AK-47. Si en 1991, ETA no hubiera ametrallado el coche de Luis García Lozano, segundo gobernador militar de Gipuzkoa. Si su cadáver no hubiera tenido 16 heridas de entrada de bala. Si ETA no hubiera vigilado quién acudió a una misa en su memoria en el centro hípico militar que presidía. Si los niños que acudieron a ese funeral no hubieran sido señalados entre sus conocidos como «fachas que van a funerales de fachas».

Si los militares de Loyola no hubieran resultado muertos, amenazados, discriminados e insultados, si no hubieran temido salir cada día a la calle y que los cazaran como a conejos desde un bosque cercano. Si el Cuartel de Loyola no hubiera sido un símbolo ensangrentado de la violencia contra lo que representaba España en Guipúzcoa, digo, esta sería una operación urbanística más en el marco de una negociación de los Presupuestos y no una cesión a un chantaje.