Opinión

De Madrid al hielo

Sobre el suelo de la ciudad se rompen cincuenta huesos a la hora. ¡De Madrid al hielo! Si Pepe Caballero Bonald hubiera escrito hoy ‘Toda la noche oyeron pasar pájaros’, habría que titularla ‘Toda la tarde oyeron gente partirse la crisma’. Las autoridades han ordenado tanto quedarse en casa que se le ocurre a uno romperse una muñeca  e inmediatamente se construye sobre él una enorme sospecha de irresponsabilidad. Parecen las urgencias de traumatología el Juzgado de Instrucción Número 1. Habrá que ver si era estrictamente necesario que el herido saliera a la calle, si llevaba bastón, si tenía las manos metidas en los bolsillos, si acaso no se había inclinado hacia adelante como para evitar la caída como sugieren en los informativos, o si es que no se había enterado cómo hay que andar sobre la nieve de tres días. ¿No estaremos delante del típico irresponsable que camina por la calle con las manos metidas en los bolsillos? ¿No será este uno de esos ciudadanos que osa meterse las manos en los bolsillos a doce bajo cero a riesgo de consumir gratuitamente los recursos sanitarios? Escucho que los médicos no están ahí en su puesto de trabajo para atender a un cualquiera que se dislocó el hombro al impactar contra un arbolillo mientras jugaba con un trineo con su hijo. Acaso en lugar de colocarle la clavícula deberíamos rematarlo. 

Quizás el tipo de la camilla estaba yendo a la oficina o intentando hacerse con algo de comida que darle a su vecina anciana, pero no importa, pues de entrada se le considera poco menos que un imbécil. Estamos hablando menos de la dolencia del herido y mucho de las circunstancias de la herida. Habrá que probar que la enfermedad era inevitable. Una de las consecuencias de la culpabilización del ciudadano desde el Gobierno es que el traumado, el contagiado y el paciente en general se ha convertido un sospechoso de portarse mal, de pasarse de la raya, siquiera de acudir a urgencias “con la que está cayendo”. Ya estaba yo viendo que esto de palmar iba a terminar siendo culpa del muerto.