Vox
“Pardilladas” parlamentarias
VOX es una formación política que, hasta hoy ni ha tenido responsabilidades de gobierno, ni un ansia especial por asumirlas. Su estrategia y casi razón de ser ha estado mucho más centrada en abrirse un amplio y creciente hueco en el ámbito parlamentario y en instituciones municipales o autonómicas -siempre fuera de la gestión- e ir consolidando posiciones ante una posibilidad futura de “sorpasso” al referente tradicional de la derecha representado en el PP, de darse las circunstancias para tal escenario. Hasta ahí todo perfecto e irreprochable, claro está hasta que llegan los momentos en los que la “prueba del algodón” no se aplica solo sobre la gestión de gobierno sino también sobre la gestión como fuerza parlamentaria que, no olvidemos representa a casi cuatro millones de votantes contantes y sonantes, lo que ya sitúa las cosas en palabras mayores.
Tal vez por ello, el movimiento -“pardillada” para muchos- de este grupo parlamentario con 52 escaños facilitando esta semana con su abstención que el ejecutivo acapare todo el poder sobre las ayudas europeas decidiendo su voto antes de saber que evitaría la derrota del PSOE, lo que pone en evidencia es la necesidad de una amplia reflexión sobre “qué quiere ser de mayor” una formación nacida de la nada casi antes de ayer, pero hoy con la llave en su mano, no solo de la gobernabilidad en muchos territorios, sino del devenir político de toda la derecha en sus aspiraciones de regreso al gobierno de la nación.
Vox lleva ya un tiempo en la primera línea y los periodos de gracia tiene su fecha de caducidad. Cuestiones alineadas con su curriculum como justificar en “errores tipográficos” su propuesta de hace cuatro años para eliminar la educación especial, proponer la suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota del golpismo, ilegalización de partidos contrarios a la unidad territorial, supresión de policías autonómicas o derogación de la legislación sobre violencia de género entre otras por otra parte muy respetables iniciativas, marcan una línea de personalidad política cuya defensa solo en las redes sociales y otras plataformas se antoja más que insuficiente si no hay una acción acompañada de mayor experiencia en el manejo de los resortes parlamentarios . El partido de Abascal seguirá creciendo -y Cataluña será ejemplo inmediato gracias al discurso anti inmigración ilegal y anti independentista- pero cosa muy distinta es la vocación de gobierno…y para eso queda todavía acabar el master de la carrera de san Jerónimo.
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