Opinión
Vox ya no es la ultraderecha
Y están en Moncloa que no caben en sí de tanto gozo. Vox es gente amable, Abascal y Espinosa tienen barbas y parecen izquierdistas
Claro que Vox ya no es Satán ni Belcebú ni la serpiente de las siete cabezas que devoraba a los niños por la noche. Lo ha sugerido, toda sonriente ella, la vicepresidenta Calvo, ministra de Cultura en los tiempos en los que decía, tan alegre, que «el dinero público no es de nadie». Y como no es de nadie, o sea, no es de los españoles que pagamos impuestos, sino del viento, entonces ellos lo pueden emplear como les dé la socialista gana, es decir, por-el-forro.
Para eso gobiernan y tienen aliados. Por ejemplo, el comunismo podemita, los proetarras de Bildu y los golpistas de la ERC. Últimamente, hasta los Ciudadanos de Arrimadas. Y ahora, para general sorpresa de la concurrencia, el mismísimo Vox, tan duro otrora con Sánchez e Iglesias, tan comprensivo hoy con la idea de que sea el Gobierno quien reparta a su antojo los 140.000 millones de euros que nos van a caer de Bruselas.
Y están en Moncloa que no caben en sí de tanto gozo. Vox ya no es la ultraderecha. Es gente amable. Abascal y Espinosa tienen barbas, parecen izquierdistas. Sólo hay que ponerles traje de pana. Hace apenas unos meses eran la ultra-ultra-ultra-derecha, en expresión solemne del vicepresidente-2 en el Congreso de los Diputados. Ahora resultan hasta simpáticos, oye. Con la abstención de Vox, este Gobierno va a poder distribuir como le plazca el dinero europeo caído del cielo. Porque en materia de manguerazos son maestros los socialistas. Han obtenido siempre cum-laude en el reparto de subsidios, subvenciones, el PER andaluz, los pesebres culturales, las mamandurrias sindicales.
Ahí los vimos, por ejemplo, con los ERE de Andalucía, el mayor escándalo de corrupción de la democracia: 680 millones de euros malversados, 18 altos cargos condenados, dos ex presidentes de la Junta noqueados, 68 años de prisión, 254 años en inhabilitaciones. Al socialismo le gusta hacerlo todo a lo grande. O sea, que-no-farte-de-ná. Y los 140.000 millones de Bruselas son gigantescos, dan para mucho. Gracias a Vox los van a poder repartir ellos a su antojo, sin mediar agencias de control, como en Francia y Alemania, sin luz ni taquígrafos, sin el requisito de tener que pasar previamente por las Cortes.
De modo que si aquello fue un error alguien debería pedir perdón. Porque fue un error mayúsculo. Y no se entiende. Ya solo falta que en Madrid la señora Monasterio le empiece a complicar la vida a Ayuso.
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