Carlos Alsina le preguntaba a Salvador Illa cuál era el corpus de su programa electoral, los tres pilares básicos de su posible gestión al frente de la Generalitat. ¡Vamos con el redoble de tambor! Entonces, por el altavoz del transistor, apareció la voz blandita, floja, muy calladita incluso, del ex ministro de Sanidad prometiendo que su principal objetivo no es otro que: acabar con la covid en Cataluña. ¡Gran decepción para los socios de Sánchez!, ¡Nada de independencia!, ¡Nada de indultos! Tal cual, sin reparar en los más de 60.000 muertos acumulados desde marzo.

Está claro que Illa o no es consciente de la realidad, o tenga a mano botellas y botellas de cinismo para tomarse cada mañana un buen vaso y pasar el día, dar entrevistas y prometer quimeras con su voz de hipnotizador. Además, Tezanos le aplana el caminito con un sondeo inédito a menos de diez días de las elecciones que le coloca en la primera posición con cerca del 24% de los votos y certifica el «pasonazo» de VOX al PP mientras Bárcenas señala con el dedo a Mariano Rajoy !Hay que ir por los indecisos, Pedro, y si votan por correo mucho mejor!, luego ya veremos qué sucede con los hospitales llenos de enfermos y la ruina económica. «Eso ahora no toca».

Pero en la Moncloa saben que el «efecto Illa» puede desinflarse, se tientan la ropa cada dos por tres no vaya a ser que les salga mal el experimento. En Madrid el Parlamento nos lo dejan para representar funciones tragicómicas desde una bancada a otra porque el foco debe colocarse sobre el 14-F. Lo que sucede en este país, cada día más «13, Rue del Percebe» pero sin la gracia de Ibáñez, se llama «política ficción» y como saben todo puede suceder en los cuentos, aunque la realidad, le saca siempre un buen trecho a la ficción. Parecen verdaderas anécdotas el sueldo de la niñera de Iglesias, la incredulidad de Bárcenas pensando que su mujer no entraría en prisión o la mentecatez de Isabel Franco con su «genocidio en Al-Andalus». Olvídenlo, Illa acabará con la covid.