Opinión

El Cuaderno de Chapu Apaolaza: Frutería “Mi Andorrita”

A ver si en lugar de normalidad democrática, lo que quiere Iglesias es gobernar en Cataluña con los independentistas

Suena mi Españita a cierre de la campaña de las autonómicas catalanas, a persianazo y a la matraca de la anormalidad democrática del vicepresidente del Gobierno. Se puede tiranizar a un pueblo, pero nunca hay que aburrirlo. A ver si en lugar de normalidad democrática, lo que quiere Iglesias es gobernar en Cataluña con los independentistas. En el Galapagarato hay una tinaja y una barricada de camping que se monta en dos minutos y que Iglesias ha puesto en Barcelona.

Por la Rambla de las flores van los camareros sin trabajo, los chamanes de lo imposible, los sacerdotes de la pureza nacionalista y un millón o más de indecisos. Hacen su agosto los sepultureros y los vendedores de bolas de cristal.

Salvador Illa, héroe por sorpresa -el autobús parado y una grúa de Remolques Tezanos- parecía un filósofo despistado cuando lo cambiamos por un ministro de Sanidad, y ahí lo tienes abriendo la caja de Pandora y de la Borrás. Laura es nombre de tango y de imputación por fraccionar contratos públicos para los amigos. Illa ha movilizado tanto a sus votantes que también ha movilizado a los de enfrente. Iba a ser la muleta de Esquerra y casi lo echa al monte de los unilateralismos, del tinelazo, del España ens Roba que ahora se pronuncia España ens mata.

No es que imputen a los presidentes de la Generalitat, es que vienen imputados de casa, pero Laura, yo qué sé, si al lado de Aragonés eres Xena La princesa guerrera. Si te acaricia la melena el mistral irresistible del supremacismo y al arbolillo que creció frente a tu ventana lo mece graciosamente la tramontana de las elites catalanas cuando sopla de allí, como desde Andorra. Ay, mi Andorrita, tu románico, tus bosques, tus youtubers y tus fruterías, ¡qué precios! Están las fresas por las nubes, las berenjenas por los suelos, dan piña en Ciudadanos y una Pere Aragonés.

El mundo ha cambiado mucho en un año, pero en Cataluña sigue todo igual.

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