Opinión
El cuaderno de Chapu Apaolaza: La Pasión según Isabel Díaz Ayuso
Al convocar las elecciones antes de que se la llevara por delante la moción de censura, aumenta la leyenda que la envuelve.
Los romanos creían que este era un buen mes para nacer o para lo que fuera. No va a haber Feria de Abril, pero ya están aquí los idus de marzo. De Murcia no han mandado un paquete con un pescado a la presidencia de la Comunidad de Madrid como mandaban en las películas de mafiosos porque se iba a poner malo por el camino. A cambio, han enviado un bocata de calamares del Brillante para anunciar que el acuerdo de gobierno entre el PP y Ciudadanos nada con los peces en el silencio del fondo estanque del Retiro. Ese silencio es casi submarino, casi de Inés Arrimadas, casi un silencio de 23F. Los peces de Madrid meriendan la bollería industrial que les tiran los asesinos en serie, tienen dos cabezas y las dos se parecen a Íñigo Errejón.
La presidenta tiene sobre la mesa dos mociones de censura. Parecen pocas. De entre las torres de papeles, Sale Díaz Ayuso y comparece en un atril para convocar elecciones en Madrid. Toma aire tres veces antes de decir la primera palabra como si fuera a soplar las una tarta de cumpleaños inversa, un pastelazo con velas encendidas en llamaradas que llegan al techo del acuerdo de Gobierno del centro derecha. Al convocar las elecciones antes de que se la llevara por delante la moción de censura, aumenta la leyenda que la envuelve. Se cree que tiene los reflejos suficientes como para coger una bala en el aire y las encuestas dicen que le queda bien el abrigo verde, el papel de perseguida y la pira de troncos en que la suben de vez en cuando para quemarla como si fuera una bruja de Chamberí.
Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez son los dos miembros de una pareja de baile endemoniado. Se parecen en que siempre se les infravalora y así alcanzan un peculiar estado de gracia, aunque por caminos estéticos distintos, Sánchez con la sonrisa y la guapura como de muñeco de tarta de bodas y Ayuso con ese aire de novia antigua y esa cosa suya que queda entre lo punkie, lo de Lladró y la Imaginería de Salzillo, exponente del barroco murciano, mira por dónde. Esa es su pasión: cada año por estas fechas los dan por muertos y al final siempre resucitan.
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