Política
Litio
«Como siempre, España comprará fuera lo que no hace dentro»
Hasta hace unos pocos días ninguno de los quince proyectos de nuevas fábricas europeas de baterías de litio –indispensables, por el momento, para el impulso de la automoción eléctrica–, anunciados por distintas compañías multinacionales, tiene su ubicación en la península ibérica. Y, sin embargo, los dos yacimientos más importantes de este metal en Europa se encuentran en Portugal y España. Claro que una cosa es disponer de la materia prima y otra muy diferente retener su industrialización. De hecho, es en América del Sur donde se localizan las mayores reservas de litio del mundo y nadie espera que, de pronto, los países agraciados con esa riqueza natural se conviertan en los mayores fabricantes de baterías del planeta porque, para ello, es preciso disponer de una tecnología y una capacidad industrial que no tienen. Este es uno de esos extraños aspectos de la maldición de las materias primas que tanto preocupan a los estudiosos del desarrollo económico.
El caso es que la semana pasada el presidente Sánchez se fue con el Rey a la planta automovilística de Seat en Martorell y anunció la creación de un consorcio para la instalación de una fábrica de baterías en España. No dio detalles, seguramente porque el proyecto no pasa de ser embrionario, y por tanto no sabemos nada sobre las materias primas que se van a utilizar ni sobre su tecnología ni sobre su soporte industrial. El anuncio ha levantado a las fuerzas autonómicas porque son varias las regiones que pugnan, cada una con sus razones, contra Cataluña, por esta inversión. En Zaragoza y en Vigo se aduce que ya construyen coches eléctricos, en Valencia que ellos albergan la fábrica de Ford y en Extremadura que es allí donde está el segundo mayor yacimiento de litio de Europa. Así que me temo que pronto empezarán las ofertas de terrenos gratuitos, las rebajas fiscales y otras ventajas para atraer a alguna multinacional china. Pero, al parecer, nadie piensa en que esta es una oportunidad para el desarrollo tecnológico local. Como siempre, España comprará fuera lo que no hace dentro, comprometiendo así su desarrollo industrial.
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