Pablo Iglesias

El «ascensor social» de Iglesias

Ahora que forman parte del sistema y se han integrado plenamente en la estructura de castas, que tanto criticaban, irán perdiendo apoyo electoral porque su discurso ha perdido originalidad

No voy a criticar la situación económica de Iglesias y Montero. Lo digo sin atisbo de ironía, porque soy de los que piensan que cuanta más riqueza acumulen y más burguesa sea su vida será mejor para España. La constatación de que superan el millón de euros, sin tener en cuenta que el valor de los bienes inmuebles nunca es el real porque el catastro está por debajo de la realidad, ha despertado críticas y ataques. No me parece bien. Lo único importante es que el origen es lícito y está bien que sean unos comunistas ricos. Es lo mismo que pensé cuando compraron la casa de Galapagar, aunque estoy convencido de que es el origen de sus problemas. No tendrían ese sentimiento de acoso si hubieran optado por otras zonas como han hecho algunos de sus compañeros de Podemos. El problema es que las críticas vienen de sus votantes que preferirían que vivieran en Vallecas y les molesta que el líder podemita haya ganado mucho dinero con sus programas de televisión.

Es mejor que su riqueza surja del esfuerzo y no de una herencia, porque no hay nada peor que los comunistas ricos gracias a sus papás. El pagar una hipoteca, mantener a tres hijos y un buen ritmo de vida exige trabajar duro. En cualquier caso cuesta más despilfarrar el dinero que cuando ha sido el resultado de una herencia. Me gustaría que Iglesias y Montero se aburguesaran un poco más. Ahora que forman parte del sistema y se han integrado plenamente en la estructura de castas, que tanto criticaban, irán perdiendo apoyo electoral porque su discurso ha perdido originalidad. A los vástagos de la burguesía les gusta vivir muy bien aunque sean de izquierda radical. Han podido estudiar sin trabajar, se han acostumbrado a comer bien y llevan mucho tiempo viviendo sin trabajar, salvo pequeñas incursiones para conseguir dinero de bolsillo o pasando el tiempo en la universidad dedicados al activismo. Por tanto, bienvenidos al mundo del esfuerzo, las hipotecas y los recibos mensuales propios de las familias de la clase media. La «spanish revolution cañí» no tiene futuro, porque han ingresado en la España que madruga, como dice el hábil eslogan de Vox, y tienen que mantener una familia. La realidad de España en el contexto de la UE y con una sociedad avanzada hace imposible los sueños populistas de Iglesias y Montero ahora que están preocupados en conservar y ampliar su patrimonio.