Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: A Gabilondo lo dirige Sam Peckinpah

Si Tezanos vaticina que Ayuso va a gobernar, los votantes de Ayuso se animarán a votarla

El Cis de Tezanos da la victoria a la izquierda en Madrid. La trampa ‘ayusa’ en la que entró Sánchez consiste en que todo lo que se haga para desanimar a sus votantes, termina por excitarlos. La derecha tiene más ilusión que Ponce. En el caso que nos ocupa, si Tezanos vaticina que Ayuso va a gobernar, los votantes de Ayuso se animarán a votarla. Si Tezanos dice va a perder, los votantes de Ayuso también se animarán a votarla.

Son extrañas las trayectorias de los políticos. Pablo Iglesias llegó al debate del 4M en un taxi y se fue en un coche oficial cuando ya no había cámaras. Luego se publicó que en el taxi se había montado para escenificar su proletaria llegada, pero no importa, pues el valor del gesto de Iglesias está en su belleza metafórica. Aparecer en taxi ante las cámaras e irse con el chofer un rato después da la medida exacta de lo que ha sido su carrera. El taxi de Iglesias era España.

Ángel Gabilondo habla con voz grave; no es un niño. Ahora guarda silencio, ahora ríe, ahora suelta algo que te deja cavilando. Convence a una parte del personal gracias a su frente despejada de tanto pensar y su voz que llega de algún lugar entre entre la convicción imperturbable, la ironía y la placa de sheriff del condado de la moderación. A Gabilondo lo dirige Sam Peckinpah, pero le lleva la campaña Iván Redondo y en ese orden cósmico, hace unos días descartó llegar a un acuerdo con “este” Iglesias y ayer le dijo a Iglesias que tenían “doce días para ganar las elecciones, Pablo”. Doce días como doce soles, doce campanadas, doce uvas, doce monos y doce mandamientos.

En el “este” de “este Iglesias” ya le vimos a la frase la gaterilla por la que se iba a escapar tan sánchicamente como ha escapado. De alguna manera, la vimos venir, pero nos habíamos acostumbrado a que rompieran las promesas de campaña después de la votación; hay que reconocer que esto de romperlas antes es innovación.

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