Política

Ojalá tu vida sea, alguna vez, un meme

Roth se hizo famosa cuando era una niña y ahora logra los beneficios: ha vendido esa imagen por 415.000 euros

Hay dos cosas que no voy a poder olvidar de estas elecciones: una es ver a Gabilondo citar a Kant en un mitin: «No es obligatorio haber leído a Kant. Pero si se ha leído tampoco es malo» (e imagino a la gente del público preguntándose si Kant era fascista, comunista o si vivía a la madrileña) y otra es el último vídeo de Edmundo Bal, de Ciudadanos, haciendo running.

Hay un capítulo de Friends en el que Rachel va a correr con Phoebe y cuando ve cómo lo hace, se inventa excusas para no quedar con ella en Central Park. Es un poco como corre Edmundo Bal. Si Ciudadanos hubiese sido algo más importante en estas dos últimas semanas, lo de Bal se hubiese convertido en un meme tan conocido como lo de los Simpson o como los de The Office.

Que puede parecer que le estoy deseando lo peor, pero es justo lo contrario. No sé si conocen el meme de la «disaster girl». Es una foto de una niña en primer plano con una sonrisa malévola mientras al fondo los bomberos apagan el fuego de una casa. Es la imagen de la maldad pura. Enseguida se utilizó para hacer bromas sobre cualquier cosa y aún se sigue viendo en la red, pese a que la niña Zoe Roth, que entonces tenía cuatro años, ya ha cumplido veintiuno.

No era un incendio de verdad, sino que era uno controlado por los bomberos que, además, dejaban a los niños coger la manguera para apagarlo y divertirse un rato. No había, por tanto, ningún peligro, pero a ver quien le importa el contexto en internet.

Roth se hizo famosa cuando era una niña y ahora logra los beneficios: ha vendido esa imagen por 415.000 euros en formato NFT, es decir, en non fungible tokens, es decir, tokens no fungibles. Es decir, que da autenticidad a cualquier objeto virtual. Es decir, que no tengo ni idea de lo que es.

Pero ella se ha hecho rica y eso sí sé lo que es (bueno no lo sé, pero me gustaría saberlo). «La forma en que Internet se ha aferrado a mi imagen y la ha mantenido viral, ha mantenido su relevancia, es una locura», ha dicho ahora que va a terminar sus estudios, y con el dinero recibido se va a tomar un año sabático, va a pagar préstamos y piensa también en varias donaciones con las que sentirse mejor persona Y todo porque su padre, que es fotógrafo aficionado, un día le pidió que sonriera.

Me gustaría explicarle a mi hijo que cuando pongo las mallas y me voy a correr a una velocidad que me parece trepidante hasta que me pasa una pareja que pasea a su bebe o que cuando me estiro y me doblo e intento tocarme los pies con las manos, pero sólo llego a la rodilla, lo hago por él. Que todos los cuarentones que corremos somos Edmundo Bal, hijo, y que ojalá me hagan un meme.