Joe Biden

No pintamos una mierda

Que este Gobierno es el peor visto fuera de España, gracias entre otras cosas al ingrediente podemita, no hay duda

Los paletos que nos gobiernan se mostraron alborozados el primer martes después del primer lunes de noviembre cuando Biden derrotó en las urnas a un Trump tumbado por el virus chino y su histrionismo satrapilla. Parecía que hubieran ganado ellos las elecciones y no el casi octogenario senador demócrata. Ferraz era una fiesta e increíblemente también la sede de Podemos pese a que el presidente estadounidense tiene el mismo concepto de esta banda que su antecesor. Banda a la que vinculan directamente con la narcodictadura de Maduro. Estoy seguro de que, antes o después, Biden forzará el derrocamiento de los jefes y financiadores de Iglesias. A los presidentes estadounidenses los regímenes dictatoriales les molan entre cero y nada. Lejos quedan ya esos tiempos de Kennedy, Johnson, Nixon y cía cuando hablaban del tirano de turno con irónico pragmatismo: “Es un cabrón pero es nuestro cabrón”. Lo de apadrinar caciques bananeros ya no se estila. Que este Gobierno es el peor visto fuera de España, gracias entre otras cosas al ingrediente podemita, no hay duda. Que es el más tontaina, tampoco. Sántxez iba por la vida de socio preferente de EEUU y, al final, ha resultado otra patraña de un individuo nacido para mentir. Biden no ha cruzado una mísera llamada con él desde que es presidente de la superpotencia y eso que han transcurrido cuatro meses, que se dice pronto. El desdén yanqui hacia el autoproclamado amigo de Biden es tal que el Departamento de Estado ni siquiera se ha dignado a nombrar embajador en España. Andar clónicamente como Obama, como acostumbra el afectado Sántxez, no te garantiza el favor del emperador, menos aún cuando estás coligado con unos comunistas. El envite de Ceuta ha demostrado que con este Ejecutivo no pintamos una mierda en el concierto internacional. Lo de estos días no es una crisis migratoria sino más bien el primer intento de invasión de esta plaza, española desde hace 400 años, y de Melilla, que en las últimas horas ha sido puesta en la diana por el peligroso Mohamed VI. Lo normal es que EEUU, baranda de la siempre necesaria OTAN, se hubiera puesto del lado de uno de sus miembros. Pues no. El secretario de Estado, Antony Blinken, fue tajante en las primeras horas de la mini Marcha Verde sobre Ceuta: “Marruecos es un aliado estratégico”. Dijo mucho diciendo poco. Un zasca de tres pares de narices a un Consejo de Ministros atenazado por los violentos comunistas podemitas y maniatado por la incompetencia de una canciller, González Laya, que sabe tanto de ONU o de UE como nada de geoestrategia. Todos los gobiernos de la democracia tuvieron claro que Marruecos era material sensible. El más sensible tal vez. A los hechos me remito: el primer viaje oficial de cualquier presidente tenía como destino la bella Rabat. Sántxez se ciscó en esta tradición. Y lo empezamos a pagar hace meses en forma de aluvión de inmigrantes subsaharianos ilegales. Son tan necios y tan amateurs que tampoco se enteraron que cobijar en España al líder del Frente Polisario, un presunto genocida y un casi seguro violador, no saldría gratis. Y nos está costando caro. Muy caro. El ridículo es planetario. Y, encima, el primo de zumosol americano nos ha puesto los cuernos. Es lo que pasa cuando Abundio es un Premio Nobel a tu lado.