Literatura

Ella ya lo avisó

Pardo Bazán no se sorprendería del negro mayo de crímenes machistas

Paseando por Madrid uno puede toparse con Emilia Pardo Bazán. Colorida, entre flores y piropeando a esa ciudad en la que vivió casi medio siglo. El Ayuntamiento de Madrid conmemora los cien años de su muerte con agenda cultural y marquesinas en las calles que, a modo de recordatorio, estimulan la memoria de una de las grandes intelectuales españolas. Novelista, brillante cuentista, primera catedrática, periodista y firme defensora de los derechos de las mujeres: hasta tres veces la rechazó la RAE como académica por su género (en un caprichoso cruce del destino acaban de reeditar desencuentro a cuenta de la biblioteca de Meirás). Fue en su época, además, una «influencer» (Andrea Levy dixit) y eso que se da en llamar una adelantada a su tiempo. Frente al empeño de sus coetáneos por aferrarse a lo que venía de atrás, las convenciones no le impidieron optar por la literatura cuando su marido le hizo elegir entre el matrimonio o su carrera, ni la frenaron para compartir amores clandestinos con Pérez Galdós («Miquiño mío»), ni evitaron que se declarase «feminista radical», pese a ir bien encajada en su corsé. Tampoco eludió la denuncia de la violencia que soportaban muchas mujeres entonces, cuando los crímenes machistas no tenían ni nombre. La escritora, que en 1901 aseguró que «siguen a la orden del día los asesinatos de mujeres», no se sorprendería hoy del negro mayo que acabamos de terminar y que ha sumado a la macabra estadística, en apenas una semana, siete víctimas más. Tantas como se habían contabilizado en los cuatro meses anteriores. Y, mientras los expertos intentan encontrar las causas del incremento y apuntan al fin de las limitaciones pandémicas que otorgaban mayor apariencia de control a los agresores sobre las víctimas, las palabras de Pardo Bazán (que perdió a su propia abuela a manos de su segundo marido) resuenan como advertencia para evitar justificaciones: «No se descuidan (los criminales) de revestir de colores pasionales sus desahogos mujericidas». Ella, tanto tiempo antes, tan precursora, ya lo avisó. Si la ven por los carteles madrileños estos días, no lo duden y salúdenla.