Independentismo
No os rindáis, no estáis solos
La tragedia última es la situación de todos aquellos que durante años han peleado contra la piovra etnolingüística
Lo ha explicado Albert Boadella. «Estamos ante el indulto más interesado que ha existido en España. Es un indulto en beneficio de quién da el indulto». A la criatura, los jueces del Supremo, y cualquiera no afectado de estrabismo moral, lo calificaría de «autoindulto». El poder, necesitado del apoyo de unos delincuentes, concede la salvífica gracia. No hay más razón que apuntar las mayorías que permitirían una reedición del pacto del Tinell o, incluso, el de Estella, para vergüenza de aquellos pobres socialistas que todavía estimen la calidad del voto más allá de consignas tribales e impulsos propios de un siervo. Con el indulto, constitucional, legal, desde luego, pero arbitrario e injusto, despótico incluso, no aceleramos demasiado el proceso secesionista. Que seguirá adelante porque millones de españoles bendicen la trama. Son los del parlem, los de la fina equidistancia entre la víctima y el verdugo, entre el violador y la mujer violada, los cínicos, cobardes y sofistas, que entre la ley y la fe eligen la segunda, los abducidos por los cuentos étnicos y las proclamas patrióticas, bien cobijados bajo el edredón térmico de unos supuestos ideales de progreso que, por decirlo con Richard Dreyfuss en Tiburón, no reconocerían ni aunque les muerdan en el culo. El indulto ha retratado el oportunismo de unos empresarios desdichados, deseosos de regresar al edén de una normalidad infame y, sobre todo, de cobrar de una maldita vez los pagarés de Europa, aunque fuera a costa de dar un espectáculo no apto para menores. También sirve para recordarnos el papel de la Iglesia en Cataluña frente al nacionalismo. Muy similar al que ya desempeñó, con poca caridad cristiana y toneladas de enjuagues hipócritas, en el País Vasco de los asesinatos y el terror. Sus apelaciones al diálogo, mientras son conculcados los derechos de millones, da como fruto un comistrajo entre la náusea y el regusto más bien insufrible, propio de un potaje que no por visto resulta menos escandaloso, cuando los pastores renuncian a proteger al rebaño y aconsejan negociar con el lobo. La tragedia última es la situación de todos aquellos que durante años han peleado contra la piovra etnolingüística, los valientes de la Asociación contra la Intolerancia, Centro Libre de Arte y Cultura, S’ha Acabat!, Cataluña Suma Por España, LaSilenciosaCat, Profesores por el Bilingüismo, Aixeca´t Asociación Espanya i Catalans Somatemps, Asociación Hablamos Español, Mozos de Escuadra por la Constitución, Jupol y el resto de entidades que lucharon para que el país de mis hijos siga siendo el país que heredamos sus padres, mejorado, o sea, libre de la miseria tribal. Esta gente, y los intelectuales señalados, los profesores expedientados, los policías represaliados, los padres que reclaman una escuela bilingüe y los estudiantes que peleaban por una universidad libre no han recibido más pago que el desprecio del gobierno central y el odio macerado y rancio de los millones de racistas que en Cataluña votan orgullosamente racista. A todos los que han peleado por nuestras libertades, gracias. Y sobre todo, no os rindáis. Porque aunque algunos días aciagos parezca lo contrario, no estáis solos.
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