Cataluña
Que marque la X Sánchez
Olvidan que el perdón y el arrepentimiento de los condenados jamás se ha producido
Hábil como él solo, transversal como ninguno, el agnóstico Felipe González se sacó de la manga una fórmula magistral para seguir financiando a la Iglesia sin soliviantar más de la cuenta a la izquierda: la famosa X, por la cual el 0,7% de los impuestos de los católicos van a parar a la financiación de la casa fundada por Pedro hace dos milenios. Este statu quo ha permitido que la Conferencia Episcopal ingrese casi 300 millones anuales. Trescientos kilos que, al revés que los 451 de Irene Montero, no van a engrasar chiringuitos de amiguetes sino mayormente tareas encomiables como las que desarrolla Cáritas con los más necesitados, los sacerdotes con los inmigrantes ilegales y las monjas con personas con discapacidad mental o con esos enfermos que nadie quiere atender. Gente a la que en los momentos más bestias de la pandemia no le importó jugarse el tipo para ayudar a prójimos enfermísimos que, obviamente, eran involuntarias máquinas de contagiar. Muchos de ellos cayeron en acto de servicio tras haber puesto en riesgo su vida para salvar las de los demás. Son los héroes de los que nadie habla. Nada que ver con esos obispos catalanes que hacen de propagadores de esa cultura del odio a todo lo español que la Generalitat lleva insuflando en los cerebros de los niños hace 41 años, los mismos que lleva el independentismo en el poder, bien sea con Convergència o segundas marcas, bien de la mano del PSC y no digamos ya con ERC. Los prelados que echaron de la Cope y Trece a todos los periodistas críticos con el devaneo golpista de cientos de sacerdotes catalanes el 1-O vuelven a las andadas apoyando el indultazo: «Estamos convencidos de la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto». Esta frase es indignante, ¿están poniendo en el mismo plano a delincuentes y ciudadanos honrados?, la que figura a continuación en el comunicado es vomitiva: «El logro de un recto orden social que permita el desarrollo de toda la sociedad necesita algo más que la aplicación de la ley». Esta panda de cínicos olvida que el perdón y el arrepentimiento de los condenados jamás se ha producido, que no se está respetando la Justicia porque el Supremo dijo «no» a las medidas de gracia y que los acuerdos son una entelequia por cuanto los presos han reiterado chulescamente que lo volverán a hacer. Son los mismos que miraron a otro lado con la pederastia mientras se extendía por sus diócesis cual termita. Y qué decir de una Conferencia Episcopal que sí estuvo en su sitio el 1-O declarando que la unidad de España es «un bien moral» y el procés «profundamente inmoral». Donde decían «digo», ahora dicen «Diego». «Apoyamos el diálogo y la fraternidad», enfatizan, para acto seguido criticar implícitamente a PP y a Vox por mantener «posiciones inamovibles». Acuden al rescate del soldado Sánchez, el presidente que quiere cargarse los conciertos en los colegios, el apóstol de la eutanasia y el aborto libre. Lo cual es muy respetable, tanto como que los católicos dejen de financiar con sus tributos una institución que se ha puesto del lado de los que quieren destruir España, el Estado de Derecho y la separación de poderes, la democracia en definitiva. Que marquen la X Sánchez, Iglesias, Junqueras, Otegi y Puigdemont.
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