Indulto

La coalición de los indultos

La coalición multicolor pretende encontrar una fórmula constitucional que satisfaga una reivindicación inconstitucional. Será muy interesante saber cómo se hace eso

Los sectores políticos y sociales partidarios de los indultos muestran estos días una indisimulada y justificada satisfacción al comprobar cómo medios de comunicación internacionales como el Financial Times, tradicionalmente considerados por determinados partidos como la representación de un desaforado capitalismo anglosajón –y, como consecuencia, el adversario a combatir–, se licúan complacientes ante la decisión del Gobierno español. Igual entusiasmo se transmite desde el lado de los partidarios de la medida de gracia cuando comprueban que representantes de la –antes así considerada– “malvada” clase empresarial abronca a quienes muestran incomodidad al ver a los recién liberados multiplicar sus proclamas anticonstitucionales. Y, aún más, al evidenciar que los obispos catalanes señalan el camino a seguir por la Conferencia Episcopal Española (CEE), y la CEE lo sigue, con mayor o menor convicción. Quién iba a decirnos que un gobierno formado por PSOE y Podemos, y apoyado por independentistas catalanes y hasta por Bildu contaría con amigos de tanto pedigrí “reaccionario” como la prensa neoliberal internacional, portavoces del empresariado y el Vaticano. Antes de los indultos, se suponía que el Ibex 35, los medios de comunicación “manipuladores” y las sotanas eran los enemigos del progreso, pero es obvio que el mundo cambia muy rápido.

Ahora que la prensa canallesca mundial, el capital y los prelados apoyan al Gobierno en su acercamiento al independentismo, solo falta el siguiente capítulo que debería estar cerca de producirse: aquel en el que esa coalición multicolor nos explique cómo va a resolver la cuestión catalana; cuál es su pócima mágica nunca antes utilizada que solucionará un problema que perdura desde la Primera República e incluso antes. Porque, desgraciadamente, la buena intención no arregla los desperfectos. En el mejor de los casos, solo aplaza sus consecuencias.

Se debe asumir que, igual que en ocasiones anteriores ya fracasadas, esta vez tampoco servirá con las bondadosas apelaciones habituales y el llamamiento a la confianza mutua. Porque se puede poner mucho empeño en pegar las piezas de un jarrón roto, pero nunca volverá a su estado original. La coalición multicolor pretende encontrar una fórmula constitucional que satisfaga una reivindicación inconstitucional. Será muy interesante saber cómo se hace eso.