Pere Aragonès

Tregua catalana, pensiones y más

Sánchez y Aragonés comparten un objetivo, que el PSOE siga en el Gobierno

Pedro Arriola defendía que las encuestas a mediados de legislatura solo son orientativas. Todo puede cambiar hasta las próximas elecciones. Iván Redondo piensa algo parecido. Pedro Sánchez y Pere Aragonés, que hoy se ven en la Moncloa, también lo fían casi todo al tiempo. El presidente del Gobierno y el de la Generalitat comparten, al menos un objetivo. Los dos desean que el PSOE siga en el poder la próxima legislatura. Junqueras ha sido claro: «la actitud del Gobierno español es la mejor que se ha visto en una década». Los indepes de ERC quieran más, pero de momento les va bien con el PSOE. Han acordado con Sánchez una especie de «tregua catalana», que evocaría a las famosas «querellas catalanas», que persiguen fines distintos –muchas veces beneficios económicos– diferentes de los que podría esperarse de quien ejercita la acción legal. La primera consecuencia es que la tan demandada «la mesa» de negociación no se constituirá, por lo menos, hasta el otoño. Una forma, como otra cualquiera de ganar tiempo. Sánchez espera que la recuperación económica diluya los indultos. Aragonés y Junqueras mantendrán la tensión, incluidos desplantes al Rey como los del Mobile, pero bajarán la tensión. Ahora, su objetivo es allegar fondos para las arcas catalanas, algo que depende de que Sánchez les de el dinero o no. Por eso solo le complicarán la vida lo justo para que Puigdemont no les obligue a romper la baraja, al menos por ahora. Todo muy enrevesado, pero real. Mientras, en paralelo, avanza una reforma de pensiones, que más que reforma es cambiar de casilla el gasto. El que el Estado asuma los «gastos impropios» de la Seguridad Social solo significa que se pagarán con los impuestos de todos, también de los pensionistas. El agujero, sin embargo, permanece. Sánchez, por si acaso, esgrime el valor del cambio de opinión. Maquiavelo ya lo explicó: «Un señor prudente no puede, ni debe, mantener la palabra dada cuando tal cumplimiento se vuelva en contra suya y hayan desaparecido los motivos que le obligaron a darla». Todo un arte. Hay mucha legislatura por delante y una «tregua catalana».