Pensiones

El pensionazo

Parece, por tanto, fuera de toda lógica que, como se le escapó al ministro Escrivá, una generación concreta -la de los baby boomers- deba pagar los platos rotos de todo el sistema.

Una regla fundamental para toda labor de gobierno es la de generar certidumbre. Quien está en el poder ha de ejercer esa facultad con la autoexigencia perpetua de que los ciudadanos sepan hacia dónde vamos, cuál es el lugar al que ese gobierno nos quiere conducir. Habrá quien esté de acuerdo con ese objetivo y quien lo critique, pero unos y otros sabrán, al menos, a qué atenerse y podrán planificar sus propias metas sobre la solidez de unas bases conocidas.

Pues pierda usted, querido lector, toda esperanza. Búsquese la vida por su cuenta y no aspire a tener una idea clara de qué objetivos se buscan desde los despachos del poder, más allá de mantener ese poder -que en eso coinciden todos los que pasan por él, tiendan más a la izquierda o a la derecha-.

Un ejemplo de esta costumbre tan poco afortunada es el debate sobre las pensiones. En descargo de quienes lo tienen que gestionar, hay que reconocer la dificultad de resolver un problema tan complejo. Pero, precisamente por ese motivo, hay más razones para que quienes han de afrontarlo tengan la debida prudencia y solo hagan declaraciones públicas cuando haya algo muy claro que decirnos.

Es imperativo que un asunto de tanta relevancia se resuelva mediante un pacto general, en el que intervengan los principales partidos -sin duda, aquellos que tienen más opciones reales de gobernar- y los agentes sociales. Pero, a la vez, será muy conveniente que se consiga el acuerdo con alto grado de consenso social. Y, dado que la pensión que cobra cada jubilado es el fruto de un generoso acuerdo entre generaciones, será determinante que todas las generaciones se sientan tratadas en igualdad de condiciones, sean estas buenas o malas. Parece, por tanto, fuera de toda lógica que, como se le escapó al ministro Escrivá, una generación concreta -la de los baby boomers- deba pagar los platos rotos de todo el sistema.

Las pensiones serán mejores o peores, pero habrán de serlo para todos. Y si hay un objetivo nacional que requiere el esfuerzo conjunto de un país es, precisamente, que las pensiones sean dignas. Sin pensionazos.