Suiza
Una vigía en el campanario
La suiza Cassandre Berdoz, de 27 años, ha hecho historia
El grito «soy el guardián: han sonado las diez, han sonado las diez», se viene escuchando, día tras día, puntual e ininterrumpidamente desde noviembre de 1405. Proviene de lo alto de la torre de la catedral de Lausana. En sus inicios, su función era la de alertar desde su privilegiada posición a 75 metros de altura de incendios y otras amenazas. En la actualidad, el vigía, ataviado con una túnica y un sombrero negros, advierte a los 138.000 habitantes de esta ciudad suiza de las primeras horas de la oscuridad. Curiosamente, en el país de los relojes, el centinela se asoma y repite el ritual cinco veces, cantando cada hora hasta las 2 de la mañana, cuando termina su labor como vigilante nocturno.
Según los cronistas, sólo quedan 63 guardianes en nueve países de Europa realizando esta función más propia de la Edad Media. Existe constancia de un sereno en Ripon, Inglaterra, que data de 866. También en Cracovia, Polonia, su vigía avisaba mediante un cuerno que había entrado la noche ya en el siglo IX.
La capital del cantón de Vaud no es la más antigua en estas lides. Sin embargo, Lausana será pionera. Este verano, el ayuntamiento decidió abrir la profesión al género femenino. Más de cien candidatas se presentaron. Y por primera vez en la historia, una mujer ocupará el puesto de centinela. Cassandre Berdoz, de 27 años, vestida de negro y acompañada de un farol de mano subirá cada noche los 153 escalones de piedra que llevan hasta el campanario para mantener esta costumbre de 615 años que no fue interrumpida ni durante las guerras mundiales. «Desde que tengo memoria, esta tradición me ha fascinado», ha reconocido Berdoz, oriunda de Lausana.
En el municipio la describen como una persona dinámica, muy interesada en la historia local y con grandes habilidades interpersonales para dar la bienvenida a los visitantes de la catedral. Asimismo, destacan algo fundamental para esta profesión: «Tiene un poderoso órgano vocal, moldeado por los años de canto en el Conservatorio». Para la precursora, son muchas las emociones: «Desde mi niñez he tenido la aspiración secreta de ser parte de ello, así que es un sueño hecho realidad».
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