Coronavirus
Me pregunto
¿Nos traerá este septiembre, tan incierto y socrático, el inicio de la “despandemia”?
¿A ustedes no les ocurre que sienten como si el año comenzara ahora, como si septiembre llegara con un aire de gélido enero, cargado de proyectos, de listas de intenciones y propósitos? ¿Y no perciben como un arduo ejercicio de coordinación acomodar las incertidumbres propias de esta época con las dudas pandémicas? ¿Se parecerá el curso que empezamos al de 2019 o será una réplica matizada de 2020, tan distintos ambos? ¿Estaremos afrontando las últimas arremetidas de una pesadilla, tal y como indican los datos que nos sitúan fuera de la zona de riesgo extremo, o encaramos un nuevo espejismo de recuperación tras el que volverán a asfixiarnos los contagios y las hospitalizaciones? ¿Atravesamos ya el final de la quinta ola o vislumbramos la sexta con noticias inquietantes de otra versión coronavírica «muy mutante» en Sudáfrica? ¿Necesitaremos una tercera dosis de la vacuna y acapararemos la producción de las farmacéuticas frenando así las posibilidades de los países en desarrollo? ¿O seremos capaces de ejercer eso que los economistas llaman el egoísmo altruista y permitiremos que los sueros lleguen a todos los rincones del planeta para evitar que réplicas infinitas pongan en peligro la protección colectiva? ¿El ansiado 70 por ciento de inmunización nos devolverá las rutinas prepandémicas perdidas? ¿Entramos ya en la «despandemia»? ¿Recuperaremos esa normalidad, vieja la llaman algunos, que era nuestra vida en febrero de 2020 con viajes y encuentros despreocupados, abrazos y sonrisas desnudas? ¿Recuerdan cómo era todo cuando no sabíamos nada de la covid? ¿Y aquel tiempo en que la mayoría no diferenciábamos una FPP2 de una FPP3 ni éramos capaces de trazar el recorrido de los aerosoles ni alcanzábamos a fantasear con la distopía de calles vacías en un mundo confinado? ¿Pueden recordarlo? ¿Volveremos a aquella ingenuidad en la que la peste solo era material de ficción y lo inimaginable quedaba fuera de lo cotidiano? ¿Será este septiembre, por fin, tan incierto y vacilante, el que resuelva todos nuestros dilemas o nos mantendrá aún aferrados a la convicción de los últimos meses de que no, efectivamente y como vaticinó Sócrates, no sabemos nada?
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