Arancha González Laya
El cuento de lo de Ghali
Notas del 23 de septiembre, no llega la lava al mar, ni la sangre al río. Marisa Lacabe me preguntó este verano si iba a ir a Pamplona en julio sin sanfermines y le respondí: “Marisa, no me atrevo”. He vuelto desconsolado a la capital del Viejo Reyno a hablar en público sobre el miedo en el encierro, que es como ir al Vaticano a dar misa. La Estafeta sin fiestas es un decorado de sí misma, pero Navarra ha vuelto a permitir los toros por las calles y por un momento se han borrado los códigos QR de las cartas en los bares y las flechas en el suelo y en el pecho hemos vuelto a sentir algo parecido a un corazón casi olvidado. Confío en que no se nos haya pasado el gusto por felicidad, el miedo, el abrazo, la sangría, los toros que abren manada en la Cuesta y el sonido del bombo de una charanga, que es la llamada de la fiesta y el latido del universo. Es irrenunciable volver a vivir cuanto antes.
Luego está lo de la política y los juzgados. Se darán las sesiones parlamentarias en los tribunales y los juicios en el Congreso. Hay una literatura floreciente alrededor de los procesos judiciales, una suerte de tradición oral. Dentro de unos años, los abuelos le contarán a sus nietos el Cuento de Ghali: este dio la orden, este recibió una identidad falsa, este miró para otro lado, este esquivó el marrón y esta exministra de asuntos Exteriores… ¡Se lo comió, se lo comió, se lo comió!
Dice Sánchez que cuando cuando metieron al líder polisario de tapadillo en España, hicieron lo que tenían que hacer. La paradoja consiste en que, cuando el Gobierno hace algo fuera de la Ley, asegura que estaba cumpliendo con su curioso deber. Si se aplica el Estado de Alarma de manera inconstitucional, estaban haciendo lo correcto y así llegamos al deber fuera del estado de Derecho.
Igual todo queda en agua de borrajas, pero la justicia sospecha que metieron a Ghali en España saltándose el control de pasaportes y esquivando así una orden de busca y captura. Podrían incurrir en un delito de encubrimiento -o no-, pero bah, chico, ya sabes. ¿Qué es la ley? Convenciones, papeles, reglas… Burocracia. Lo principal es el deber. La norma es una filfa y la culpa, un constructo. El juez terminará buscando si hubo un culpable de dar la orden para felicitarle.
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