Pedro Sánchez
Warren y usted, señora
En el colmo del descaro, terminó refiriéndose a la libertad como si fuera un liberal –no van a dejar estos liberticidas que Díaz Ayuso se apropie de la consigna–.
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, habló en su discurso ante la ONU de todas las cosas, menos de su libertad de usted, señora.
En un torrente de demagogia, habló hasta de su abuelo, que le enseñó «que la desigualdad solo crea pobreza a largo plazo, y que lo que es justo para todos termina siendo siempre beneficioso para todos». La primera parte de la afirmación es dudosa, pero el problema fundamental estriba en saber hasta qué punto Warren y sus secuaces están dispuestos a violar la justicia para acabar con la desigualdad. Temo que la respuesta es: todo lo que puedan.
Esta temblorosa expectativa queda avalada por el texto de Warren Sánchez, que solo apunta a aumentar el tamaño del Estado, siendo los motivos ilimitados: la emergencia climática; el desarrollo sostenible; la vacunación y la sanidad; la educación inclusiva, equitativa y de calidad; luchar contra la pobreza y la exclusión en todas sus formas; contra las desigualdades intolerables; defender la democracia; etc. etc. Llegó hasta coquetear con la suspensión de las patentes y del servicio de la deuda. Todo por «una recuperación justa definida por una premisa básica: la de no dejar a nadie atrás».
Todo indica, sin embargo, que va a dejar a millones atrás, aunque no habló de los costes de sus grandiosos anhelos estatistas, y solo elípticamente dijo: «celebramos el acuerdo histórico en materia de tributación internacional alcanzado a primeros de julio». La mentira implícita es que van a pagar más las grandes empresas, y no usted, señora.
En el colmo del descaro, terminó refiriéndose a la libertad como si fuera un liberal –no van a dejar estos liberticidas que Díaz Ayuso se apropie de la consigna–. Citó a Fernando de los Ríos, que habló supuestamente de «libertad para ser libres». Fue curiosa la cita, porque omitió el nombre de Lenin, y también que la respuesta del socialista español al líder comunista no fue esa (F. de los Ríos, «Obras Completas», Barcelona, 1997, Tomo II, páginas 52-53).
Pero lo importante y lo grave no fue dicha cuestión, que quedará para los especialistas, sino su flagrante contradicción con todo el discurso anterior, que Warren Sánchez pretendió resolver simplemente identificando democracia y libertad, como si unos Estados democráticos cada vez más intervencionistas y onerosos no implicaran ninguna consecuencia para la libertad de usted, señora.
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