Economía

Venezuela y Haití

Dos décadas después, esas políticas bolivarianas han devastado completamente al país

En 1998, justo a la llegada de Chávez al poder, Venezuela contaba con una renta per cápita que superaba en mucho a la de Colombia y a la de Haití. En particular, la renta per cápita en dólares corrientes era de 3.970 dólares frente a los 3.089 de Colombia o a los 773 de Haití: es decir, que antes de ajustar por precios internos e inflación, la renta per cápita de Venezuela era un 30% superior a la de Colombia y un 400% superior a la de Haití. Una vez considerábamos los diferenciales de precios internos y la inflación, la brecha era aún más exagerada: Venezuela poseía una renta per cápita de 17.385 dólares internacionales (dólares con poder adquisitivo de 2017), Colombia de 9.649 dólares internacionales y Haití de 2.903. Es decir, Venezuela tenía una renta per cápita un 80% superior a la de Colombia y un 500% mayor que la de Haití. Es verdad que la desigualdad era un mal crónico del país y que parte de esa riqueza no llegaba a los estratos más pobres de la sociedad y que, por consiguiente, eran necesarias algunas reformas que permitieran un mayor grado de inclusión social del conjunto de la población. Pero Venezuela cayó presa del populismo chavista: un personaje siniestro (en la doble acepción del término) que planteaba soluciones sencillas y tramposas a problemas complejos arengando a las masas contra los enemigos del pueblo. Dos décadas después, esas políticas bolivarianas han devastado completamente al país. El Fondo Monetario Internacional acaba de actualizar sus estimaciones de renta per cápita para Venezuela en 2021 y son escalofriantes: en términos de dólares corrientes, Venezuela es hoy más pobre que Haití. En particular, la renta per cápita de Venezuela en 2021 es de 1.627 dólares frente a los 5.892 dólares de Colombia o los 1.691 de Haití. Es cierto que, cuando ajustamos por poder adquisitivo, la república bolivariana sigue superando en «calidad de vida» al desastre de Haití: 4.724 dólares internacionales frente a los 14.570 de Colombia o los 2.790 de Haití. Pero es realmente llamativo que ahora ni siquiera dupliquen a Haití en calidad de vida cuando en 1998 eran seis veces más prósperos. A su vez, el diferencial con Colombia es también muy ilustrativo: mientras que en 1998 prácticamente duplicaban en renta per cápita (ajustada por poder adquisitivo) a sus vecinos, hoy Colombia es tres veces más próspera que Venezuela. Semejantes datos deberían proporcionarnos una importante lección. Como decía Milton Friedman, aquellas sociedades que prioricen la igualdad sobre la libertad terminarán quedándose sin igualdad ni libertad. Es verdad que la frase puede sonar demasiado contundente y que existe cierto margen para que los Estados desarrollen políticas redistributivas sin que por ello destrocen por entero la economía (Europa, sin ir más lejos, está plagada de Estados muy intervencionistas y no nos hemos despeñado a lo Venezuela), pero ese margen no es ilimitado y cuando emprendes una cruzada alocada contra los ricos para repartir migajas entre los pobres, la riqueza termina huyendo o siendo destruida y los pobres se acaban volviendo todavía más pobres de lo que ya eran. Venezuela debería servirnos como advertencia contra las políticas de todos aquéllos que hace no tanto la ponían como ejemplo para España.