Ómicron

Ómicron

La variante coronavírica de origen desconocido, descubierta en Sudáfrica hace menos de dos semanas, ya es la quintaesencia de todos los temores e interrogantes pandémicos

A Ulises le llevó diez años el regreso a Ítaca. Un largo periplo, tras la guerra de Troya, impregnado de dudas sobre si lograría volver a la isla de la que era rey. Las mismas incógnitas que acompañaron durante ese tiempo a Penélope, su mujer, y a Telémaco, su hijo, que le esperaban resistiendo frente a los múltiples pretendientes que aspiraban a arrebatar el trono del ausente. Las lecciones de la Grecia clásica son inabarcables y cuando creíamos que Homero y su gran poema épico habían captado la esencia de la incertidumbre de forma insuperable, aparece la «o pequeña» en nuestro 2021 y lo desestabiliza todo: ómicron, la decimoquinta letra del alfabeto griego, mantiene al mundo en vilo. La variante coronavírica de origen desconocido, descubierta en Sudáfrica hace menos de dos semanas, ya es la quintaesencia de todos los temores e interrogantes pandémicos: desde el inicial batacazo de las bolsas con el titubeante y atropellado cierre de fronteras hasta las investigaciones aceleradas, las pruebas contra el reloj en los laboratorios y los riesgos (cada vez más ciertos) para la logística global, sumando, además, la repetición de escenas que, inevitablemente, nos instalan en un «déjà vu» sin fin. Veteranos y expertos, como somos ya, en confinamientos, mascarillas y limitaciones varias, vamos descifrando las palabras de los científicos y los epidemiólogos que intentan dar certezas a medida que avanza el ensayo y el error. Y es justo ahí donde ómicron se bifurca en dos escenarios tan opuestos como verosímiles: el apocalíptico, el de la multiplicación exponencial de los daños y el miedo a la reducción de la eficacia de las vacunas y aquel otro que, a través del contagio de los síntomas más leves de la enfermedad, nos permitiría convivir con el virus, reconvirtiéndolo en un cándido resfriado. Quizá sea en ese amplio margen donde, en lugar del comienzo de un nuevo horror, vislumbremos ya el final de la pandemia. Como si cruzásemos un periplo homérico con todas sus incertidumbres.