Pedro Sánchez

Sánchez, entre la marmota, el laberinto y la táctica asiática

El presidente hace de la necesidad virtud y se agarra a la «táctica asiática» de la que hablaba Josep Pla, que «considera que lo que pasa es lo mejor que puede pasar»

Pedro Sánchez celebra unas Navidades agridulces. El poder ayuda, satisface y tranquiliza pero 2021 no ha sido un año idílico para el inquilino de la Moncloa. Tiene el consuelo de que la oposición tampoco está para echar cohetes. El presidente ha tropezado en vísperas navideñas con el ómicron, que es algo así como el día de la marmota en versión virus, y se perdió en el laberinto de una Conferencia de Presidentes que tampoco fue tal. Sánchez, por otra parte, se metió de lleno él solito en la cabeza del lobo porque encaró un dilema insoluble. Quería demostrar y transmitir que hacía algo contra la nueva variante del virus –más contagiosa, pero menos letal, casi seguro que por el efecto de las vacunas– pero, al mismo tiempo, intentaba evitar ser el aguafiestas de las celebraciones de estas fiestas. También pretendía sortear la paralización de la economía y al mismo tiempo respetar las competencias territoriales, sobre todo porque es algo que afecta a sus socios parlamentarios que no tolerarían una estrategia nacional, que sería lo más lógico, porque el virus no entiende de fronteras ni de competencias.

El presidente, al final, tiró por la calle de en medio y optó por lo más aparente, aunque de dudosa eficacia. Ayer, un Consejo de Ministros extraordinario decidió el uso obligatorio de las mascarillas –eso sí lo pedían algunos de sus apoyos parlamentarios– en exteriores pero con tantas excepciones que añade poco a la situación actual. Es la política del relato. Es tan importante convencer a la gente de que se va a hacer algo como que sea haga. Algo similar ocurre con la reforma laboral, pendiente de firma, con el agravante de que quizá alumbre, como la montaña, un ratón, pero un ratón enfermo. El Gobierno, porque en la práctica era imposible, no deroga ni de lejos la reforma laboral del PP. Los cambios que introduce, sin embargo, tampoco auguran una solución al problema del empleo. El presidente, no obstante, podrá decir otra vez –para su clientela más crédula– que ha cumplido su compromiso. Mientras tanto, en vísperas de Nochebuena, después de que el FMI diera un rejonazo a la política económica española, el INE vino en su ayuda con una revisión –modesta pero al alza– del PIB que, a pesar de todo, quedará muy lejos de las previsiones del Gobierno. Para Sánchez, sin embargo, cualquier buena noticia, por pequeña que sea, es bienvenida. El presidente hace de la necesidad virtud y se agarra a la «táctica asiática» de la que hablaba Josep Pla, que «considera que lo que pasa es lo mejor que puede pasar». ¡Feliz Navidad!