Rey Felipe VI

El discurso del rey

¿Qué ocurriría si Moncloa tuviera que enfrentarse cara a cara con sus socios para frenar alguna iniciativa parlamentaria que atentara contra el sistema?

Es poco probable que aún quede alguien dispuesto a pensar que en Moncloa se preocupan cuando sus socios de coalición y sus apoyos parlamentarios deciden situarse en la posición contraria a la que oficialmente defienden el presidente y el PSOE. En efecto, en Moncloa nadie se despeina cuando eso ocurre. Es admirable la capacidad para el dribling en asuntos de calado. Pero es esa habilidad la que sostiene en el poder a quien lo ostenta.

El último ejemplo de versatilidad no es nuevo, porque se repite cada año por estas fechas. Pero no debería pasar inadvertido: el Partido Socialista se une a PP, Vox y Ciudadanos para defender al Rey después de su mensaje de Nochebuena, mientras su coaligado Unidas Podemos y todos sus socios parlamentarios (desde Esquerra hasta Compromís, pasando por Bildu o el PNV) se lanzan en plancha contra Felipe VI y, por extensión, contra la Monarquía parlamentaria.

Las posiciones refractarias frente a nuestro sistema constitucional son legítimas y defendibles en democracia, porque reflejan una realidad: que hay un sector de la sociedad española que lo cuestiona, y eso irradia al Parlamento, como debe ser. Más discutible es que un partido de Estado, como el PSOE, convierta en garantes y avalistas de su permanencia en el poder a aquellos cuyo objetivo es proceder al desmantelamiento del modelo de España que los ciudadanos acordaron crear durante la Transición, y a quienes son partidarios de la autodeterminación, cuestionan los símbolos de la nación, y hasta rechazan la propia existencia de tal nación.

Una de las peculiaridades más pintorescas de estos años de sanchismo es cómo el presidente ha tenido que aliarse con los partidos de la oposición siempre que sus socios de extrema izquierda e independentistas han pretendido llevar a las Cortes Generales algún asunto de Estado con la pretensión, precisamente, de demoler el Estado. ¿Qué ocurriría si PP, Vox y Ciudadanos decidieran algún día abandonar al PSOE a su suerte en el Congreso de los Diputados, y que Moncloa tuviera que enfrentarse cara a cara con sus socios para frenar alguna iniciativa parlamentaria que atentara contra el sistema?