Ciudadanos

La bomba de Vox

El 2022 podría ser el año de muchas cosas pero, con seguridad, será el del fin de Ciudadanos.

El 2022 podría ser el año de muchas cosas pero, con seguridad, será el del fin de Ciudadanos. En medio de las deserciones de sus cargos y mandos intermedios, más de la mitad de sus afiliados se ha dado de baja. Las elecciones en Castilla y León y Andalucía terminarán de poner el cartel de cerrado en la carísima sede de la calle Alcalá. Entre tanto, unos y otros buscan un nuevo lugar político en que cobijarse.

Las cosas empezaron a ir mal desde que los naranjas decidieron hacer aquella foto de Colón, quemando inútilmente su imagen de centro reformista.

Los gobiernos de coalición en Andalucía, Madrid, Murcia y Castilla y León, lejos de ser plataformas de lanzamiento para ellos lo han sido para el Partido Popular que ha conseguido sobrevivir a los casos de corrupción y está logrando el asentamiento definitivo de todos los territorios en los que había tomado el control.

Las cosas no iban bien cuando Rivera dimitió, pero con Arrimadas han ido aun peor. Las expectativas que auguran todos los sondeos para el próximo año, les sitúan por debajo del 5%, es decir, la irrelevancia.

El PP abrió su cesto y los votantes fueron cayendo uno a uno, las cosas no han sido iguales para el PSOE que no capturado ni uno solo de los apoyos naranjas en fuga. El rechazo al nacionalismo dio lugar al nacimiento de la formación naranja, de ahí que la política territorial de Sánchez y los pactos con los independentistas hayan actuado como repelentes.

La estrategia de polarización en dos bloques le sirvió a Sánchez para llegar a la Moncloa pero, se ha convertido en una limitación a su propio crecimiento electoral. Existe mucha preocupación sobre si Vox entrará o no en los gobiernos del PP en las Comunidades Autónomas que están llamadas a las urnas. Existen dos efectos: En las coaliciones siempre sale reforzado el mayoritario, con la excepción de Yolanda Díaz, claro está, pero en el caso de Vox se produciría la movilización del electorado de izquierdas. Sánchez se frota las manos con la posibilidad.

La campaña estaría hecha. Ante el avance de la extrema derecha, representado en su participación en gobiernos, al socialista le caerían muchos votos que tiene perdidos de antemano. Lo más probable es que si Abascal tiene oportunidad de tocar poder, lo hará, en Vox no son precisamente unos sesudos estrategas de la política. Sin embargo, lo que más le ha convenido hasta la fecha es no hacerlo y, es muy probable, que siga siendo su mejor opción en el futuro.

Desde una atalaya de crítica radical al PP y con discursos de tinte xenófobo, pero sin posibilidad de ejecutar su ideario, han logrado formar parte del zoo político y atenuar el miedo que generaban en sus primeros tiempos. Pero que nadie se engañe. Vox es un partido populista extremista, antieuropeísta que conecta con movimientos consolidados en otros países como Francia o Austria. Casado y Sánchez lo usan a conveniencia pero la bomba les puede estallar en la cara.