Castilla y León

La traición de Ciudadanos forzó el adelanto en Castilla y León

El PP precipita comicios en Castilla y León para frenar el pacto PSOE-Cs que daría aliento a los partidos provinciales

El voto de la España vaciada, la alianza de Ciudadanos (Cs) con el PSOE para dar aire a los partidos de ámbito provincial, en contra las expectativas del PP, y la sombra de Vox. Éstos son los tres factores que han sido determinantes en la decisión del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de sacar a Ciudadanos de su Gobierno y convocar elecciones anticipadas para el próximo 13 de febrero. El movimiento se cuajó y precipitó este fin de semana, aunque viene rondando en la política regional desde finales del verano, a raíz del enfrentamiento entre los dos socios de gobierno por la reforma sanitaria. Ahora apretaba la votación de los Presupuestos, para la que faltaba el apoyo del partido Por Ávila.

La parte naranja respondió ayer con sonoros aspavientos y gruesas palabras. Pero las críticas de Inés Arrimadas, Begoña Villacís (Ayuntamiento de Madrid), o el hasta ayer vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, no ocultan las vías de agua de su discurso. Mañueco se revolvió contra las maniobras de Igea, a sus espaldas, para asegurarse el voto a los Presupuestos del partido Por Ávila, a cambio de una alianza encubierta con los socialistas para apoyarles una enmienda por la que pedían 35 millones de euros para la provincia.

Una operación a nivel local, pero tomando como referencia el modelo del independentismo, y con el objetivo de desestabilizar internamente a la comunidad autónoma y dar aire a los partidos provinciales que pueden hacer daño a la mayoría popular en las próximas elecciones.

Igea, que se enteró ayer de la convocatoria de elecciones durante una entrevista con Carlos Alsina, en «Más de Uno», en Onda Cero, ha llegado a reconocer en el Consejo de Gobierno que la situación sólo tenía tres salidas posibles: Presupuestos, elecciones, o nueva moción de censura.

El PSOE ya intentó la moción el pasado mes de marzo y fracasó. El anticipo electoral lo determina más este pacto de Cs con el PSOE y con el partido Por Ávila que el temor a otra moción de censura a un año de las elecciones autonómicas. Pero, al mismo tiempo, Mañueco blinda su candidatura respecto a injerencias de Madrid –aunque ahora haya paz con Génova, después de otras etapas de menor entendimiento– y pone en bandeja el calendario electoral que le viene bien a Casado en su carrera nacional.

Siempre y cuando el PP consiga contener el ascenso de Vox en los dos feudos en los que se medirán al partido de Santiago Abascal en este nuevo ciclo electoral, Castilla y León y Andalucía. Casado necesita de unas mayorías sólidas en estas dos comunidades autónomas para utilizarlas como trofeos con los que desestabilizar al Gobierno de Pedro Sánchez. Ya las elecciones, por sí mismas, le ponen en bandeja una estrategia de campaña y de movilización con la que aspira a esquinar el congreso de Madrid, y, a la vez, restar protagonismo a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.

Falta por ver en qué fecha el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, convoca sus urnas, pero la previsión es que no se vaya más allá de octubre, e incluso pueden celebrarse antes del verano. Si a Mañueco y a Moreno les va bien en sus elecciones, Génova sueña con quitarle a Ayuso el trono que consiguió con la victoria que descolocó al Gobierno de coalición, precipitando incluso una remodelación drástica del Consejo de Ministros, tras las autonómicas del pasado mes de mayo.

Hay voces que incluso apuntan que el contexto electoral puede servir de excusa para retrasar aún más el congreso de Madrid, aunque, oficialmente, siguen diciendo que el cónclave se celebrará en tiempo y en forma, la intención era que fuera en junio.

Pero en este guion al servicio de la carrera electoral de Casado hacia La Moncloa hay que incluir la variable de Vox. Ciudadanos es un partido al que el PP da por amortizado. «Están muertos». Y su pulso ahora es con los de Santiago Abascal. A ellos les temen en Castilla y León, a ver con qué fuerza entran en las Cortes, y también en Andalucía. Hay que añadir el hecho de que en este nuevo ciclo electoral Vox tiene que tomar una decisión estratégica sobre si se mantiene fuera de los gobiernos, o si, con Cs en una posición ya irrelevante, pasa a ocupar el lugar de los naranjas en los futuros gobiernos del PP. La decisión estará también condicionada por la fuerza que consiga en las urnas.

El movimiento en Castilla y León se ha visto dentro de la organización popular como «precipitado», y, es evidente, que los riesgos están ahí. La dirección nacional señaló ayer que ahora es el momento de que todo el PP se vuelque en Castilla y León. Estas urnas serán una prueba para Vox y para el poder de la España vaciada.