Cargando...

Alberto Garzón

Napoleón y el ministro de no se sabe muy bien qué

Ómicron impidió a Casado aparecer, juntos y en armonía, al lado de Isabel Díaz Ayuso, pero también le regaló perspectiva para no distraer al adversario cuando se equivoca, como sugería Napoleón

Napoleón Bonaparte, según su propia leyenda, además de preguntar si tenía buena suerte antes de ascender a general a cualquiera de sus oficiales, habría dicho que «cuando el enemigo ejecuta un movimiento en falso, no lo interrumpas». Otra versión de la cita, más directa, afirma: «si el enemigo se equivoca, no lo distraigas». Pablo Casado, más seguidor del liberal Hayek, desde su cuarentena por culpa del bicho Covid-Ómicron, se apunta sin embargo al consejo bonapartista. Ayer, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el castellano-leonés, Alfonso Fernández Mañueco –en plena precampaña electoral– y el número dos del PP, Teodoro García Egea, aparcaron diferencias, cerraron filas y mostraron concordia –auténtica o fingida, lo importante es lo que parezca– en un acto público en Madrid para, sobre todo, evitar distraer a los adversarios políticos.

Alberto Garzón, ministro de no se sabe bien qué de Unidas Podemos, erre que erre, no solo no se apea de su error con la carne y los ganaderos, sino que sus conmilitones azuzan la polémica y tensan esa coalición, Frankenstein que diría Rubalcaba, y que da bastantes dolores de cabeza a Pedro Sánchez, que impulsa encuestas para contrarrestar las que favorecen al PP, a pesar de que eran menos triunfalistas las últimas semanas. Pedro Arriola, el gurú sucesivo de Aznar y Rajoy, quitaba valor a los sondeos electorales de mitad de legislatura. No le faltaba razón. Todo puede cambiar en semanas. Sin embargo, las profecías demoscópicas molestan, sobre todo a los perjudicados. No está claro si Iván Redondo opina lo mismo que Arriola, pero sus pronósticos, esperanzadores para Yolanda Díaz, escuecen en La Moncloa y provocan ataques de nervios. El ministro de no se sabe qué ha ejecutado un movimiento tan en falso que hasta Pablo Iglesias ha optado por la táctica del «sostenella y no enmendalla», con el argumento de que todo era falso –«fake», que suena más actual–, mientras reclama al presidente apoyo al personaje que ha incendiado a los ganaderos. El resistente Sánchez, de pronto, encara un sudoku de esos imposibles. No puede echar del Gobierno al ministro de no se sabe qué y tiene que remangarse para que el PSOE no se lleve un batacazo en las elecciones de Castilla y León, en donde el voto agrario y ganadero de una parte de la España vaciada es decisivo. El bicho Ómicron impidió a Casado aparecer, juntos y en armonía, al lado de Isabel Díaz Ayuso, pero también le regaló perspectiva para no distraer al adversario cuando se equivoca, como sugería Napoleón.