Antonio Martín Beaumont
El centroderecha vence
El primer test salido de las urnas en 2022 ha afianzado a Alfonso Fernández Mañueco en la Junta de Castilla y León. El éxito, sin embargo, le ha llegado al PP entre sudores fríos. El ascenso ha sido inequívoco. Los populares se han comido a Ciudadanos. Pero aquellos 38 procuradores de los ya lejanos sondeos de precampaña han sido un sueño de los estrategas «atrapalotodo» que pululan por Génova. La gestión de las expectativas, como casi siempre le ocurre al PP, ha sido equivocada.
«Ganar, sumar y gobernar». Tal ha sido la realista máxima con la que se ha movido el «mañuequismo». Y eso está en la mano del PP de Castilla y León. Cierto, la prueba que los genoveses presumían sencilla desde Madrid ha sido más ardua de lo esperado. Los primeros kilómetros de la contienda insuflaron tranquilidad. Parecía que con quemar etapas bastaba. La velocidad de crucero se antojó servida con el ataque del ministro de Consumo, Alberto Garzón, contra la ganadería. Un panorama que ni pintado para el PP.
Sin embargo, el fondo de las aguas era más turbio. El enfrentamiento de la dirección nacional con el gran activo del PP hoy, Isabel Díaz Ayuso, el ninguneo constante al que se somete a la presidenta madrileña, tienen muy enfadados a gran parte de los afiliados del partido, no solamente en Madrid. Y no digamos ya a los votantes del centroderecha. Así que llegó la realidad y los vaticinios se empezaron a torcer. Además, el candidato popular poco podía hacer para desliar la madeja enredada más allá de su región. Solo podía lanzarse a convencer a los populares de siempre, molestos, que apostaban por quedarse otra vez en casa o ir a votar a Vox.
El error del diputado nacional Alberto Casero a mitad de campaña, salvando la convalidación de la reforma laboral, fue también un freno para las aspiraciones del PP de Castilla y León. «¿Cómo vamos a votar a quienes se equivocan en una ley tan importante?», he escuchado estos días. El culebrón permitió a un PSOE hundido agarrarse a una quimera. Su aparato de comunicación se impuso.
El caso es que el PP perdió el control de la campaña. En mitad de la carrera, los nubarrones negros hacían pedir la hora. Mañueco ya contaba con que Sánchez abusaría del arsenal público en sus manos para reflotar al aspirante Luis Tudanca, pero nunca pensó que los tiros en el pie se los iban a dar desde la séptima planta de Génova 13. Al final, los castellanos y leoneses han vuelto a poner la cordura que falta a algunos de los políticos que los representan: el PSOE retrocede hasta los 28 escaños desde los 35 que tuvo en 2019 y el PP se eleva, como primera fuerza, hasta los 31 asientos en las Cortes. Y Vox, gran triunfador, pasa de 1 a 13. El centroderecha tiene la mayoría absoluta.
«El Partido Popular va a cambiar de líder antes que de sede». Así se consolaba anoche Ferraz. Frases manufacturadas para separar la victoria de Mañueco de las aspiraciones de Casado a La Moncloa. Cargan, sobre todo, hinchando el globo de un PP que queda en manos de Santiago Abascal. «¡Que viene el fascismo!» será a partir de ahora eslogan de un PSOE que, sin embargo, gobierna con una formación antisistema como Podemos y con el apoyo de independentistas y filoetarras. En Andalucía, próxima estación, la campaña de la izquierda también tendrá el «antifascismo» como eje.
Casado presentó este 13-F como un plebiscito sobre Sánchez y, el resultado, si se degusta en perspectiva nacional, es agridulce. Seguramente el líder del PP ha sido víctima de su peculiar estrategia. No obstante, hay que ver el vaso medio lleno. En Castilla y León se ha demostrado que el voto del PP ha mejorado notablemente en poco más de dos años. Juanma Moreno, sin duda, sacará sus conclusiones. A Andalucía le toca ahora teñir de azul el paisaje político. El panorama es muy indigesto para el PSOE, más a medida que avancen las semanas. Los males de Sánchez empezaron con Ayuso en Madrid, siguen en Castilla y León con Mañueco y con Moreno las cosas tampoco deberían ser diferentes. Eso sí, el PP debería tomar nota para no tropezar de nuevo en la misma piedra.
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